El alcalde del Valle de Tobalina, Jesús Ángel López de Mendoza, confiaba en que la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) se hiciera cargo de un estudio geológico del terreno que entre el 31 de diciembre y el 1 de enero pasados se vino abajo en la margen izquierda del Jerea. Junto a la turística cascada del Peñón, la tierra se desplomó sobre el río, pero la sorpresa del regidor ha sido la respuesta de la CHE. «Al ser el terreno el afectado y no el río y, encontrarse en zona urbana, le corresponde actuar, si así lo considera, al municipio», es decir, al Ayuntamiento, declara el organismo regulador.
De este modo, la CHE se desembaraza de cualquier implicación en una investigación o análisis que determine qué riesgo existe de que el suelo continúe cediendo a apenas 50 metros de las viviendas de La Orden, la pedanía que comparte con Pedrosa de Tobalina las vistas a una de las cascadas más fotografiadas de toda la provincia. «Intentar saber si va a haber más desprendimientos y si corremos peligro o no» era uno de los objetivos del alcalde que confiaba en la CHEpara determinarlo. Pero el organismodice carecer de competencias y se abstiene también a la hora de ejecutar una actuación que ponga freno a los movimientos del talud que se puedan producir en el futuro.
Ante ello, el alcalde tobalinés avanza que pedirá una entrevista con el presidente de este organismo y viajara a Zaragoza para exponerle la situación y solicitarle una subvención que ayude a consolidar el terreno, «porque se va a marchar todo abajo con la primera crecida fuerte del río», describe. López de Mendoza no esconde su malestar y alude a como «la CHE decide y autoriza lo que se puede o no se puede hacer, pero hágalo usted».
Los curiosos han roto la cinta que precintaba el borde del desprendimiento y alertaba del peligro de acercarse a él. - Foto: A.C.Las obras de consolidación del talud de enfrente estarán acabadas para abril
El regidor afirma que el pasado fin de semana los vecinos han observado como se ha desprendido otra pequeña parte del terreno, donde la superficie afectada suma unos 50 metros de longitud por 10 de ancho. La CHEesgrime que los daños se han ocasionado «junto a una cascada natural, en un terreno muy predispuesto a las filtraciones de agua y, por tanto, expuesto a este tipo de accidentes naturales del terreno». Ante ello, al regidor le preocupa que todo el Peñón, la mítica roca que sostiene la cascada, se desmorone, al igual que lo ha hecho el terreno de la margen izquierda que estaba sobre una cueva natural generada por la erosión del río. Pero si algo le inquieta de forma especial es el peligro que pueden correr vecinos y visitantes.
Zona de baño. López de Mendoza ha observado como las vallas que cierran el acceso al terreno desprendido han sido sorteadas por personas que tienen la curiosidad de acercarse al precipicio de casi 20 metros de altura. Por ello, va a reforzar el bloqueo de los dos accesos. Qué hacer en la zona de baños del Peñón, en la parte de abajo del desprendimiento, para proteger a las personas es otra de sus preocupaciones y esperaba el asesoramiento del organismo regulador. Pero «en cuanto a la zona de visitantes, paseo o baño, de igual modo, la CHEno tiene competencias», esgrimen desde Zaragoza.
En agosto de 2020, un desprendimiento de mucha menor envergadura justo enfrente, en la margen derecha, obligó a desalojar toda la zona atestada de bañistas. El Consistorio se planteó el cierre de la zona de baños, pero finalmente lo dejó en avisos del peligro con cartelería y solo clausuró el mirador a la cascada que se asoma por encima del talud desprendido. Para abril acabarán las obras de consolidación de esa margen que han costado 322.000 euros y han contado con una ayuda del Gobierno central derivada de los daños de las crecidas de 2021 que agravaron el desprendimiento.