Que el cine es una fábrica de sueños lo sabe muy bien Simón de Santiago: este burgalés nacido en 1971 es productor de películas, que es algo así como la persona que consigue (se diría que de forma casi alquímica y mágica, porque es algo bien difícil) que llegue a la gran pantalla la idea de un creador del Séptimo Arte. Es uno de los protagonistas de este año que se extingue no sólo porque esté detrás de una de las mejores películas que han podido verse en 2024, la conmovedora y maravillosa Los destellos (que cuenta con cuatro nominaciones a los Premios Goya), o de la no menos estupenda La estrella azul (ocho nominaciones en total para los 'cabezones') sino porque De Santiago ha ingresado en la Academia de Cine de Hollywood, el Himalaya del celuloide, una institución casi centenaria que nació para impulsar un arte incipiente sin el que hoy no podría comprenderse la cultura. Casi nada.
«Ha sido un año de mucho trabajo, pero también de muchas alegrías, entre otras la sorpresa de ser invitado a formar parte de la Academia de Hollywood. Es un sueño cumplido. Me recuerdo de niño, en Burgos, quedándome por las madrugadas a ver la ceremonia de los Oscar. Siempre me encantó. Y dedicándome al cine, como es el caso, me parece un gran honor. Se hizo realidad algo que realmente siempre pensé que sería imposible». Soñó cine desde la cuna y hoy forma parte de su industria. Lo consiguió, asegura, «con tesón y siempre un poco de suerte; pero la suerte también se busca. Encontré mi camino y es cierto que no todo el mundo lo consigue. Me siento agradecido a la vida, que me ha dado esta posibilidad y esta alegría», apostilla.
Formar parte de la Academia de Cine de Hollywood es un honor y un sueño que parecía imposible»
Simón de Santiago, que ha impulsado con su productora, MOD, películas de Alejandro Amenábar (Ágora, Mientras dure la guerra) y de González Iñárritu (Biutiful), afirma que el cine es una máquina que nunca se detiene, y que él no va a dejar de soñar y de tener ambición para los años venideros. «No da tiempo a marcarse objetivos a largo plazo, porque siempre estás con la película o el proyecto del momento, y es difícil a veces superar el tiempo del trabajo del tiempo libre. Estoy feliz con las nominaciones a los Goya de Los destellos y La estrella azul, que espero sean la recompensa a todo el esfuerzo, pero siempre tengo ambición, siempre espero ir a más».
Aunque trabaja en una industria «en permanente crisis, compleja y cara» que quedó muy tocada con la pandemia, reconoce que ha sido un año bueno en líneas generales. Y espera que 2025 sea, si no mejor, parecido. «Que sea al menos igual de bueno, que nos siga dando alegrías».