Sergio del Val suele ir de uniforme. A diario se enfunda el traje de la Policía Nacional para patrullar las calles de Miranda de Ebro y los fines de semana cambia el azul marino por el gris y el negro para convertirse en árbitro de baloncesto. Este burgalés, de 31 años, lleva en el mundillo de los silbatos desde bien pequeño y ha conseguido ir ascendiendo de categoría hasta pitar en Primera FEB, un escalón que ningún otro burgalés había alcanzado hasta el momento. Su sueño no es otro que llegar a la ACB.
Tenía tan solo 14 años cuando arbitró su primer partido de baloncesto y desde entonces hasta ahora ha vivido muchos encuentros, pisado muchas pistas, realizado muchos viajes y pitado muchas faltas. Hace unas semanas, dirigió el duelo de Primera FEB entre el Silbö San Pablo y el Amics Castelló en el Coliseum, así como el que enfrentó a los burgaleses y al Movistar Estudiantes en la Copa España. «Me encantó. Pensaba que iba a estar súper nervioso y el primer cuarto ante el Castelló lo estaba, pero luego me relajé y me encantó el ambiente», recuerda Del Val, que, además de colegiado, es el responsable del comité de árbitros de la delegación provincial.
La ilusión por poder arbitrar un encuentro en su ciudad se mezcló con la presión que lleva consigo las ganas de hacerlo bien. Muchos conocidos viendo los partidos y 9.000 gargantas encima de cada decisión, algo a lo que no está acostumbrado. «Como mucho había pitado ante 3.000 y, de repente, pasas a 9.000. Se nota muchísimo cómo aprieta el Coliseum cuando estás abajo. Recuerdo cuando salió Devin Schmidt en el partido contra el Estudiantes y se notaban los pitidos desde la presentación. Se siente la presión del público ahí abajo, también cuando el San Pablo hacía parcial amplio. Parecía que el pabellón se caía abajo. Fue una sensación que me flipó y lo disfruté muchísimo», comenta.
Del Val, durante el partido de Copa España entre el San Pablo y el Estudiantes en el Coliseum. - Foto: ValdivielsoDel Val es el responsable del comité de árbitros de la delegación provincial
Más allá de la experiencia, Del Val vivió el duelo con mucha intensidad porque él, a título personal, necesitaba hacerlo lo mejor posible, pues no siempre tiene la oportunidad de pitar partidos de ese nivel y la puntuación que le dan influye a la hora de subir o bajar de categoría.
Del Val se encuentra en estos momentos en el Grupo II, lo que significa que pita partidos de Segunda RFEF y Liga Femenina Challenge, pero está vinculado al Grupo I y eso le da la posibilidad de arbitrar seis encuentros de Primera FEB y Liga Endesa Femenina. «Para mí los partidos de Primera FEB y de Liga Endesa Femenina son como finales. Me hacen un informe con el vídeo del partido, me ponen una nota y en base a eso subes o bajas, aparte del seguimiento durante toda la temporada», explica.
Se nota muchísimo cómo aprieta el Coliseum cuando estás abajo»
La preparación de un encuentro por parte de un árbitro es una labor muchas veces desconocida, pero que lleva tiempo. Antes de ponerse en la línea de banda, Del Val ha visualizado envites de ambos equipos para estudiar el juego y conocer un poco más a los jugadores. Después, vuelve a ver su actuación. «Se trata de ir preparado, no condicionado. Ves a los equipos, si ha habido movida en el partido de ida, si un jugador es más 'flopero' o si pega palos al salir... A medida que subes de categoría todo es mucho más rápido y, como no estés preparado, te sorprenden muchos movimientos», analiza.
La figura del trencilla se suele ser el 'saco de los golpes' cuando las cosas no van bien para los equipos, pero el burgalés dice no haber vivido situaciones muy desagradables a lo largo de su carrera. No obstante, reconoce que hay presión porque en algunos casos hay mucho dinero en juego. «Lo más difícil de arbitrar es saber controlar el partido.La gente se piensa que tú vas allí a ser el protagonista, pero no. A ciertos niveles, la presión es alta y el comentario generalizado de algunos entrenadores cuando te protestan es que se están y jugando su trabajo, pensando que igual tú no. Yo también quiero seguir ascendiendo y también me lo estoy jugando. Hay equipos que meten mucho dinero y existe esa presión de saber que hay mucha pasta en juego».
Hay equipos que meten mucho dinero y existe esa presión de saber que hay mucha pasta en juego»
Del Val saca pecho por el nivel del arbitraje en Primera FEB y lo califica de «altísimo», sobre todo entre los veteranos: «Son buenísimos, no fallan, pero la gente en general desconoce las reglas». Además, ha notado que el público se ha 'radicalizado' un poco en los últimos años y que las protestas cada vez son más beligerantes. «Se está acercando un poco más al fútbol», dice con media sonrisa.
A pesar de ello, no lo cambiaría por nada del mundo. Le gusta su día a día en la Policía Nacional, pero su pasión es el baloncesto y por eso sacrifica días libres y de vacaciones para pitar a lo largo y ancho de la geografía española. «Me encantaría dedicarme exclusivamente a esto. La Policía también me gusta y estoy súper bien en el trabajo, pero esto del arbitraje mola mucho y mi sueño es pitar en ACB. A medida que vas subiendo de categoría, vas viendo el nivel de la competición. Por ejemplo, el día del San Pablo-Estudiantes estaba como un niño pequeño viendo a Granger o a Garino. A mí, personalmente, me encanta, pero es complicado subir porque hay mucha gente preparada y cada vez más nivel», explica.
A los partidos hay que ir preparado, no condicionado»
En el horizonte, está la aspiración de arbitrar algún día en la ACB, pero es consciente de que el camino es largo y su primer escalón es intentar asentarse en Primera FEB: «Pitar en la ACB sería brutal, un sueño. En esas instancias, puedes vivir de ello», concluye.
Desde el deporte escolar al 'profesional'
De pequeño, pasaba muchas horas en la pista de su barrio, San Pedro y San Felices, y también en los pabellones jugando y viendo jugar a los demás, así que en vez de ser un mero espectador se lanzó a la aventura del arbitraje. Una Navidad, con solo 14 años, dijo que quería arbitrar, le dieron un silbato y pitó su primer partido con un amigo. Del Val conocía las normas porque solía jugar de base en el Juventud del Círculo y, con el paso de los meses, fue ganando experiencia.
No es una profesión que llame mucho la atención porque en muchas ocasiones toca aguantar los enfados de la grada y de los jugadores, pero no le importó y, de hecho, asegura que guarda «muy buenos recuerdos» de aquella época.
Con el transcurrir de las temporadas, se fue convenciendo a sí mismo y también a aquellos que le evaluaban. De pitar a nivel escolar pasó a hacerlo a nivel autonómico. Estudió Administración y Dirección de Empresas en Burgos, pero no dejó de lado el baloncesto. Es más, llegó a jugar, entrenar y arbitrar a la vez.
Con la experiencia y el buen hacer, llegaron los partidos en EBA, Segunda FEB y fases finales de júnior o cadete. Hace años que debutó en LEB Oro, pero ahora tiene la oportunidad de asentarse en la categoría, un paso previo al sueño de la Liga Endesa. «A partir de Primera FEB, te empieza a compensar», comenta.
¿Qué cambiaría en el arbitraje?
Sergio del Val asegura que no se había parado a pensar antes qué norma modificaría o introduciría en beneficio del espectáculo si tuviese la oportunidad, pero cree que es muy atractiva la que han incluido en la Liga Endesa: «Si sacas de la pista trasera, no tienes que dar el balón al árbitro. Eso me parece interesante porque favorece el espectáculo, el ser listo, el no quedarte poniendo excusas. Eso lo han introducido en ACB y estaría bien en competiciones FEB».
El árbitro burgalés también reconoce que sería de mucha ayuda para los colegiados disponer de la tecnología del 'instant replay', un sistema de revisión de jugadas que en España solo se utiliza en la Liga Endesa: «No sé cuánto cuesta, pero a nosotros nos ayudaría un montón porque arbitrar es muy jodido. En Primera FEB, hay tres árbitros, pero imagínate en Segunda que solo pitamos dos y tienes que estar a todo...».