El conductor que mató a Yago reconoce que bebió y pide perdón

P.C.P.
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Cristian Camilo J.M., que se enfrenta a una condena de hasta 6 años de prisión, ha pedido perdón a la familia del niño mirandés en el juicio. "Sé que el daño que he causado no tiene reparación. Me arrepiento cada día de esa mala decisión"

El conductor que mató a Yago reconoce que bebió y pide perdón - Foto: Jesús J. Matías

Cristian Camilo J.M. se enfrenta a una pena de prisión de hasta 6 años -la que solicita la acusación particular- por haber atropellado mortalmente a Yago Antón la tarde del 6 de febrero de 2021, cuando el niño tenía 13 años y estaba parado con su bicicleta en un semáforo a la entrada del Casco Viejo de Miranda de Ebro. El juicio se ha celebrado esta mañana en los juzgados de la capital burgalesa, donde el acusado ha pedido "perdón de corazón" a la familia. "Sé que el daño que he causado no tienen reparación. Me arrepiento cada día de haber tomado esa mala decisión", ha añadido en el uso de la última palabra y con los padres del menor fallecido en la sala. El Ministerio Fiscal pide 4 años de cárcel por un delito de homicidio y dos de lesiones (a la pareja que viajaba en el otro coche) por imprudencia grave en concurso con otro de conducción temeraria.

Mientras, el abogado defensor pide que se le apliquen varias atenuantes y que los hechos se consideren menos graves, hasta rebajar la sentencia a 4 meses. Al inicio de la vista aportó documentación que atestigua que su defendido intentó en los años previos someterse a tratamientos de deshabituación del alcohol sin éxito y que ahora, tras conseguir la libertad provisional, ha comenzado otro en un centro madrileño y no ha vuelto a beber.

En su declaración, el conductor ha reconocido que había bebido "tres copas de vino y dos chupitos de hierbas" en una comida para celebrar un cumpleaños, a la que fue en el coche de otro amigo. Pero después asegura que perdió el móvil y que cogió el suyo para volver al restaurante a ver si lo encontraba. Por ese motivo dice que bajaba con el coche "muy nervioso" y con la cabeza puesta en "recuperar el teléfono", pues asegura que para él era importante al tener unas fotografías de su padre, fallecido de cáncer hacía más de un año. Iba rebuscando entre la palanca de cambios y su asiento, ha relatado, y de ahí que no se percatara ni del disco en rojo del semafóro ni de la presencia del chaval en bici, solo del coche que había delante de Yago cuando ya "estaba encima". "Frené pero no me dio tiempo", ha añadido.

Precisamente su vehículo se ha convertido en un testigo fundamental de la causa, al contar con un moderno sistema que graba los últimos segundos antes del impacto. Según el EDR de su Toyota Yaris, entró en la recta a una velocidad de 101 kilómetros por hora y redujo hasta los 72 km/h pero en "tiempos muy por encima de una reacción normal", según los dos guardias civiles expertos en reconstrucción de accidentes que investigaron el siniestro. De hecho, durante 1,5 segundos no hizo ningún tipo de movimiento y la primera vez que pisó el freno lo hizo de forma leve e insuficiente, por lo que para cuando quiso intentar la frenada de emergencia la colisión ya era inevitable, primero con el ciclista y después contra el coche que estaba parado delante de ambos.

Por tanto, la velocidad excesiva está perfectamente documentada. Y también la ingesta de alcohol, gracias a las dos pruebas que hizo la Policía Local de Miranda de Ebro en su sede y en las que arrojó una tasa de 0,63 en la primera y 0,70 mg/litro en la segunda.

La acusación particular pone en duda la versión del teléfono, puesto que un vecino asegura que le vio salir del coche y alejarse llamando poco después del siniestro, y dos amigos del acusado sostiene que les llamó desde el número de otra persona, que no han podido identificar.

La defensa también trató de incidir en la posibilidad de que Yago no llevase casco en el momento del siniestro -no se encontró allí y el informe forense no lo puede establecer al 100%- y en el hecho de que con su uso las lesiones podrían no haber sido mortales, una circunstancia que para las acusaciones no tiene relevancia penal. "El niño no se ha muerto por no llevar casco", ha concluido el fiscal especializado en delitos de tráfico de Burgos.

(La crónica completa del juicio y todos los testimonios, en la edición impresa)