Los glaciares representan cápsulas del tiempo congeladas que contienen archivos irremplazables de la historia humana y medioambiental, que proporcionan a los científicos datos inestimables sobre patrones climáticos. Además de su espectacular atractivo visual y su valor patrimonial, estos gigantes de hielo almacenan el 70 por ciento del agua dulce del planeta, de forma que abastecen a más de la mitad de la humanidad. 

Sin embargo, en la actualidad este recurso indispensable se encuentra amenazado debido a que el hielo se derrite más rápido que nunca por el aumento de la temperatura de la Tierra. El derretimiento está provocando grandes cambios a escala global: desde la pérdida de biodiversidad al aumento del nivel del mar,  pasando por la reducción del acceso al agua dulce en el planeta y el aumento de los desastres naturales. 

A medida que aumenta la temperatura del planeta, este  patrimonio helado se reduce y el ciclo del agua se vuelve más impredecible. Según las proyecciones, un tercio de los glaciares del Patrimonio Mundial de la UNESCO desaparecerá de forma irreversible de aquí a 2050, mientras que los otros dos tercios podrían seguir los mismos pasos si no se adoptan medidas para reducir de forma drástica las emisiones de gases de efecto invernadero que permitan que la subida de las temperaturas mundiales no sobrepase 1,5 °C respecto a la era preindustrial.

Primer año internacional

Este año, la ONU celebra el Día Mundial del Agua con el lema Salvemos nuestros glaciares, un llamamiento urgente a la preservación de estas formaciones en la estrategia de lucha contra el cambio climático.  Además, las Naciones Unidas declararon 2025 como año internacional de la conservación de los glaciares.  Esta conmemoración pretende sensibilizar a la opinión pública sobre el papel fundamental de los glaciares, la nieve y el hielo en el sistema climático y el ciclo hidrológico, así como sobre las repercusiones económicas, sociales y medioambientales de los cambios inminentes en la criosfera de la Tierra.