Abre un ultramarinos en Monasterio tras años sin tener tienda

S.F.L. / Briviesca
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Ana Celi Arango se ha trasladado desde Hendaya para montar un negocio a los pies de la N-I, que pretende ampliar con la puesta en marcha de un restaurante

La tienda se ubica junto a la farmacia de Monasterio de Rodilla, a los pies de la N-I. - Foto: S.F.L.

Los vecinos de Monasterio de Rodilla pueden volver a hacer la compra sin tener que coger el coche y recorrer los 18 kilómetros que separan el pueblo de Briviesca. Hasta hace apenas dos semanas en el municipio no había supermercado y apenas contaban con el servicio de venta ambulante de pan, carne o fruta días concretos de la semana, pero la ilusión por cumplir la última voluntad de su marido han llevado a que Ana Celi Arango deje Hendaya y abra una tienda de ultramarinos.  

Tanto ella como su marido ansiaban comprar una casa en un pueblo y alejarse del barullo de la ciudad en la que residían. Los requisitos eran simples: que no la separaran de su residencia habitual más de dos horas en coche y que tuviera una buena ubicación por los planes que surgieran en un futuro. Más de dos años de incesante búsqueda por internet acabaron con el objetivo localizado y aprovecharon una de las etapas que realizaron en la Vía de Bayona del Camino de Santiago para alargar la parada más de la cuenta en Monasterio de Rodilla. Callejeraron entre sus rústicos rincones y comprobaron que no había ningún negocio ni en el municipio ni en otros cercanos por los que atraviesa el popular sendero, así que lo apostaron todo por hacer realidad sus sueños en La Bureba.

En un principio, el matrimonio confiaba en montar un restaurante en su vivienda, junto a la carretera N-I, pero el presupuesto inicial poco a poco se fue inflando, por lo que el proyecto derivó en la apertura de una pequeña tienda de ultramarinos en la que está disponible un amplio catálogo de productos de alimentación y para el hogar que se ampliará poco a poco con embutidos, congelados y dulces de la zona. Asimismo, la colombiana asegura que ofrecerá venta de tabaco, máquina expendedora de lotería y recarga de teléfonos móviles ya que en los pocos días que el local lleva abierto ha atendido a «bastantes personas» que necesitaban dichos servicios.

Después de meditarlo con sus hijas y una buena amiga que se trasladará a trabajar con ella a principios del próximo año se lanzó a la aventura y recuperó a base de muchísimo esfuerzo una antigua posada del pueblo construida en 1884 para convertirla en tienda de ultramarinos. Una vez acondicionado el espacio y a pesar de haber arrastrado meses de retraso en la inauguración, el negocio no puede estar yendo mejor. «Desde el principio ha tenido muy buena acogida», comenta emocionada. Así, cuando alguien en Monasterio se queda sin arroz o papel higiénico ya no tiene la obligación de coger el coche o pedir al vecino. Lo mismo con el aceite, la sal, los productos de limpieza o un sinfín de artículos. «Intento tener un poco de todo, excepto artículos frescos. Para eso ya vienen furgonetas a vender y es un servicio que está cubierto», añade. A medio plazo, la empresaria, que ha llegado para quedarse, también se ha propuesto inaugurar el restaurante de comida rápida que apalabró con su compañero de vida en la misma vivienda.