Castil de Lences no abrirá el hotel rural este año. La falta de fondos impide que el Ayuntamiento haga frente a las actuaciones pendientes de ejecutar para dar por concluida una obra que comenzó hace más de cuatro años. Varias modificaciones estructurales en el inmueble y el sobrecoste de los materiales de construcción son los detonantes que han obligado a la corporación a paralizar los trabajos.
Muy a su pesar, Rubén Vallejo, asegura que la pedanía «no dispone de medios económicos suficientes» para costear los trabajos de carpintería o alicatado, entre otros, ni la compra del mobiliario al completo, incluido el de la cocina. El presupuesto local asciende a 137.000 euros que «no pueden ir destinados exclusivamente a este proyecto», expone el concejal.
Se trata del segundo parón importante que afecta a las obras desde que el Consistorio adquirió el inmueble por 15.000 euros y empezara a derribar las ruinas. En 2019 no pudo optar a subvenciones de distintas administraciones con las que en un principio contaba, valoradas en más de 90.000 euros. Por otro lado, la primera empresa contratada para realizar los trabajos «solicitó más dinero del que en un principio presupuestó, en concreto 20.000 euros más», justificó en su momento el exalcalde de la localidad, Víctor Mendieta. Ambos contratiempos generaron que las actuaciones permanecieran paradas y que, por lo tanto, no se justificaran.
En 2022 el proyecto de construcción se retomó a pesar de contar solo con pequeñas ayudas procedentes de la Asociación para el Desarrollo Comarcal Bureba (Adeco Bureba) y de la Diputación. Sin embargo, el anterior equipo de gobierno apostó por afrontar una inversión de más de 200.000 euros con dinero municipal.
Con la instalación de luz, electricidad y agua terminada y a falta de colocar suelos, acabar la cocina y los baños, pintar, decorar y ultimar pequeños remates, los vecinos de la pedanía tendrán que esperar como «mínimo este año» para ver arrancar de nuevo los trabajos, aclara el edil. Por el momento estudian las diferentes combinaciones posibles para buscar fondos dirigidos al futuro alojamiento y bar, pero de momento la situación «sigue igual».
Propuestas en el aire. Las atractivas condiciones establecidas por la junta vecinal de Castil de Lences para la gestión del primer hotel rural no han pasado desapercibidas y, según los datos que comparten desde el Ayuntamiento, había «bastantes familias interesadas, sobre todo por la vivienda que ofrecíamos, y dos empresarios del sector hostelero, uno de Santander y otro de la zona de Las Merindades».
El inmueble contará con cocina equipada para elaborar banquetes para grandes grupos y con seis dormitorios dobles -uno de ellos una suite- un salón adaptado para celebrar eventos y actividades culturales, comedor y bar. La anterior corporación aprobó una bonificación del 50% del alquiler del local, de 700 euros mensuales incluido el piso, que se vería reducido a 350 durante el primer año. Por el momento, la puesta en marcha del servicio queda aparcada.