El rostro de Álex Bermejo, jugador del Burgos CF, se ilumina cuando habla de Canicosa y de los veranos que pasó junto a sus abuelos en la localidad burgalesa. Asegura con orgullo que se siente serrano, al igual que catalán o asturiano y señala que son muchos los recuerdos y vivencias que guarda de su infancia. «60 días en un pueblo dan para mucho cuando tienes diez, once o doce años. No tenías conciencia alguna y te ibas en bicicleta con tus primos o con tus amigos a Revenga, a Quintanar, a Palacios... No había cansancio y tengo un montón de historias que quedan en el recuerdo», responde con una sonrisa, mientras comenta que, hasta los quince años, siempre pasó en el pueblo julio y agosto.
Habla de sensación de libertad, esa que no tiene un niño en una gran ciudad como Barcelona. Salía por la puerta por la mañana y, salvo para las comidas y para realizar alguna visita obligada para corroborar que todo estaba bien, no volvía hasta por la noche. «Estaba todo el día en la calle. Los recuerdos son muy buenos. Siendo un niño me iba a jugar al frontenis, al fútbol, a andar en bici… a hacer de todo porque allí era como que nadie te controlaba. En el pueblo hacía las cosas que durante el año no podía hacer», expone.
Aquel campeonato de fútbol sala que se jugaba en el frontón en fiestas se convertía en el evento del verano. «Se reunía todo el pueblo en las gradas. Aquello era lo máximo para nosotros», explica. Bermejo comenzaba a despuntar con el balón, por lo que además de disputar el torneo infantil también jugaba el de mayores. «Cuando tenía once o doce años hacían una excepción con mi primo y conmigo y nos dejaban jugar con ellos. Era como que te ficharan y eso nos hacía mucha ilusión. Había veces que jugaba contra mi padre», explica.
Un joven Álex Bermejo junto a su padre. - Foto: DBCuando comenzó su etapa juvenil en el Espanyol, las pretemporadas y los torneos veraniegos se interpusieron entre Bermejo y Canicosa. Aquellas fiestas de verano junto a los miembros de su peña, el campeonato de fútbol sala en el frontón y el ir y venir con la bicicleta se quedaron en el recuerdo. «El primer año me dolió muchísimo. Lo recuerdo perfectamente, pero no había opción y me tocaba centrarme en el fútbol», señala.
Su llegada. Fichó por el Burgos después de quedarse a las puertas del ascenso a Primera División con el Tenerife, en el que fue habitual toda la temporada. Tenía varias ofertas sobre la mesa, aunque aceptó la del Burgos. Canicosa decantó la balanza en favor de los blanquinegros. «Tuvo mucho peso. Tenía otras ofertas de Segunda, del extranjero… Esa parte sentimental fue el plus que hizo que me decidiera y no dudara. Me apetecía jugar para mi gente, para mis amigos. Era importante poder estar en verano con mi familia. Cuando vine pude ir a las fiestas y estar allí y es algo que puse en la balanza para aceptar la propuesta del Burgos. Estoy en una etapa donde no doy importancia a la vida de noche o a salir de fiesta, pero valoro ir a entrenar y poder comer con mi familia o estar por la tarde con mis amigos», explica el blanquinegro.
Nunca en Canicosa hubo tanta expectación por los partidos del Burgos y cada jornada nadie se quiere perder lo que hace uno de sus vecinos más ilustres. «Siempre que voy siento un apoyo terrible. La gente se junta en los bares a ver al Burgos. Que esté alguien representando al pueblo es un plus y quieren que me vaya bien», concluye.
Más datos
Tres de sus cuatro abuelos son de Canicosa
Sus abuelos maternos y la madre de su padre son de Canicosa. Tuvieron que emigrar y unos se fueron Asturias y otros a Barcelona. Ninguno reside habitualmente en la localidad serrana, pero sigue yendo cada vez que llega la Semana Santa, las fechas navideñas o las vacaciones de verano.
Aquellas siestas obligadas
Lo que más le gustaba de aquellos veranos es que estaba todo el día en la calle, aunque existía alguna excepción en algún tramo del día.«Tenía que echar una pequeña siesta y me decían que era para que no llegara enfadado al final del día», comenta Álex Bermejo.
Una hermana subcampeona del mundo
Deva Bermejo juega actualmente en la Joventut de la Liga Femenina Challenge -la segunda división- de baloncesto. El pasado verano era una de las integrantes de la selección española que logró el subcampeonato del mundo.