Hace ya mucho tiempo que el comercio burgalés mira al futuro con desasosiego. Sobre todo, porque resulta complicado asegurar el desarrollo del sector en un contexto tan complicado como el actual. La asumida falta de relevo generacional se agudiza con el paso del tiempo, una circunstancia negativa que tiene un gran impacto tanto en el presente como en el largo plazo.
Las cifras y los cálculos realizados por diferentes asociaciones de comerciantes del país son similares, pero el problema de fondo y el alcance de sus consecuencias trascienden el puro porcentaje estadístico. El observatorio de la Federación de Empresarios de Comercio de Burgos (FEC) calcula, a través de las diferentes encuestas realizadas a los titulares de los negocios, que el 23% de los locales que tienen actividad comercial cerrarán sus puertas por jubilación en los próximos diez años en un escenario en el que nadie asegura un rápido pase del testigo.
«El problema es claro, no hay relevo», zanja Consuelo Fontecha. La presidenta del colectivo profesional muestra su inquietud por esta cuestión y reconoce las dificultades que se plantean para dar la vuelta a la situación. «En este momento no somos el sector más atractivo para que uno dedique su vida profesional», asume. Un factor que tampoco es ajeno a otros sectores como la hostelería, los talleres mecánicos o los transportistas, por citar algunos.
En este caso, cada comercio de proximidad que cesa la actividad por jubilación deja un impacto negativo en todo su entorno y es difícil llenar ese vacío. «Si un negocio cierra sin que nadie lo coja luego resulta complicadísimo volver a abrirlo», asume Fontecha, quien tiene muy en cuenta el importante número de locales inactivos en la capital y provincia.
El exceso de oferta se combina con el cambio de hábitos de consumo y la mencionada dificultad para que los negocios inicien una nueva etapa con otra gestión. El informe bianual de situación de la actividad comercial elaborado por la Federación de Empresarios de Comercio de Burgos (FEC) junto con Giscom refleja que la capital cuenta actualmente con 3.267 locales vacíos (sin contar los polígonos industriales) de 8.591 registros contabilizados.
Es decir, que el 38,2% de los locales contabilizados tiene la verja cerrada en una circunstancia que afecta a todos los barrios pero no por igual. Una tendencia que alcanzará la barrera del 50% de seguir con este ritmo impulsado por el aluvión de jubilaciones que se producirá en la próxima década.
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