El revuelo inicial ha dado un paso a una sensación de alivio entre los clubes y las administraciones titulares de los campos de hierba artificial. La propuesta de la Comisión Europea de eliminar el caucho que actualmente preside estos terrenos de juego sintéticos por otros elementos menos contaminantes ofrece un margen de maniobra a los propietarios para adaptarse a la futura normativa.
La decisión adoptada se basa en que el caucho es uno de los mayores emisores de microplásticos al medio ambiente. Por lo tanto, las características bolitas negras que se mezclan con el verde del césped artificial para ofrecer una necesaria amortiguación dejarán paso en los próximos años a otras alternativas en un camino complejo porque aún deben definirse todos los detalles técnicos.
Superado el susto, la administración asume la obligación en el futuro de realizar una inversión económica aún desconocida. Aunque se estima que el esfuerzo será considerable, siempre será menor que el previsto en caso de desmantelar las pistas que actualmente se distribuyen por la ciudad. Europa no obligará a remodelar los campos de hierba artificial y la adaptación a la futura normativa será progresiva a medida que finalice la vida útil de los terrenos de juego disponibles en la actualidad, fijada en los 10 años.
Hace ya tres décadas que Burgos capital instaló su primer campo de hierba sintética, aunque en aquella ocasión el material elegido para La Corrala era prácticamente una moqueta. La tecnología y los materiales han evolucionado mucho desde entonces (...).
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