Con el verano dando sus últimos coletazos, y la llegada de una DANA que anuncia lluvias para estos días, el riesgo de incendios se reduce de manera considerable y, aunque se mantiene la alerta máxima ante posibles incidentes, se puede hacer un balance de la superficie quemada en los tres últimos meses en la comarca ribereña. Los datos que maneja la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León constatan que la superficie quemada en la zona de la Ribera del Duero desde junio es tres veces más que en el mismo periodo del año pasado.
Un total de 30,58 hectáreas se han visto afectadas por las llamas, frente a las 10,6 del verano anterior, superando también las 22 hectáreas calcinadas en 2022, pero aún lejos de las 104 de 2021. Los partes de incendios no han sufrido un aumento parejo, ya que en 2023 fueron 17 las activaciones de los medios de extinción frente a las 23 realizadas este año, lo que supone un incremento del 35%.
En un primer análisis, desde el Sindicato de Agentes Medioambientales de Castilla y León se considera que este verano ha sido desigual en lo que a incidentes de este tipo se refiere. «En junio y julio hemos estado muy tranquilos en este aspecto, porque las lluvias de primavera hicieron que la vegetación estuviese muy verde, y si se producía un incendio se veía que las llamas no tiraban», apunta Esaú Escolar, presidente de este sindicato. Un escenario que cambió de forma radical en agosto, con el combustible vegetal muy seco, lo que propició que «la propagación y el control de las llamas fuese más complicado», constata Escolar, que desarrolla su trabajo como agente medioambiental en la comarca ribereña.
La mayoría de los incendios han afectado a terreno agrícola y pasto. - Foto: I.M.L.Las localidades con más superficie afectada por los incendios han sido Milagros, que se lleva la palma con 13,55 hectáreas en un único incidente registrado a finales de junio por causas accidentales sin concretar. Le siguen Tórtoles de Esgueva, Pedrosa de Duero y Bahabón de Esgueva, que sufrieron incendios motivados por accidentes y en los que se calcinaron cerca de cuatro hectáreas en cada uno de ellos. Se da la particularidad de que en los dos últimos se vio afectada masa arbolada, el escenario más difícil de controlar en caso de atacarle el fuego.
Este tipo de escenario vegetal es, sin embargo, el menos presente en las estadísticas de los incendios de este verano en la comarca. De los 23 fuegos registrados desde junio, sólo cuatro afectaron a zonas arboladas, ubicadas en Aranda de Duero, Fuentenebro y los ya nombrados de Pedrosa y Bahabón, quemando un total de 8,08 hectáreas, casi una cuarta parte de todo el territorio afectado por el fuego en la comarca desde mediados de junio.
A pesar de que la comarca ribereña se quedó sin la dotación contra incendios prometida por la Junta de Castilla y León, que iba a tener su base en Aranda y que, al final, se ubicó en la localidad segoviana de Cuéllar, los medios con los que se ha contado para luchar contra las llamas en el territorio ribereño han posibilitado que las llamas no se descontrolasen en cada actuación. «Ahora tenemos un buen equipo en el parque voluntario de Roa, son gente que se está preparando oposiciones para bombero y se nota que saber cómo actuar en cada ocasión, eso permite que las actuaciones sean mucho más rápidas y efectivas», reconoce Escolar.
De todas formas, la alerta porque pueda registrarse un incendio de grandes dimensiones sigue estando presente, por lo que se piden más medios para esta zona. «Tenemos una importante masa forestal que suma tres montes que están muy cerca, donde si se produce un incendio las llamas van a propagarse muy rápido, tanto por el suelo como por las copas de los árboles; puede ser catastrófico», alerta Esaú Escolar.