Campeón de España de 1.500 en pista cubierta, octavo en el Mundial de Estambul y en franca progresión. Javier Abad se ha incorporado a la exitosa lista de mediofondistas burgaleses internacionales. El cambio que dio a su vida hace 4 años le está resultando muy beneficioso en el aspecto deportivo y balsámico en su vida particular.
Javier Abad ha practicado atletismo desde niño. Empezó en Juegos Escolares con el colegio Claudio Sánchez Albornoz. El cross era su disciplina preferida. Siendo cadete recaló en el Capiscol y un año después se fue al Florentino Díaz Reig (actual Anta Banderas) de la mano de su primera entrenadora, Ruth Somavilla. Competía en 10.000 y fue una prueba de esfuerzo lo que le hizo cambiar la distancia. «En una revisión, el cardiólogo Germán Pérez Ojeda me dijo que por mis condiciones físicas debería hacer 1.500 metros, distancia que compaginé siendo promesa», recuerda el atleta burgalés.
Los últimos años en el Anta Banderas fue entrenado por José Luis Pineda y Pedro Movillo. Mejoró en sus marcas y recaló en la Universidad del País Vasco, que militaba en División de Honor, donde se centró exclusivamente en 1.500 metros. Posteriormente regresó a Burgos con el Ciclote Aranda y compaginó el atletismo con su trabajo. «Soy tornero y trabajaba en Interbon. Aquello era un agobio. Trabajaba 8 horas al día, pero si había alguna avería la jornada laboral se ampliaba. A las seis y media de la tarde siempre estaba pensando en que no iba a llegar a la hora al entrenamiento y sufría mucho», confiesa.
Javier Abad había alcanzado 3/40 y en la pista demostraba tener condiciones físicas, aunque no terminaba de explotar por su angustia personal. Juan Carlos Higuero y Diego Ruiz le aconsejaron que se dedicara plenamente al atletismo. Sus padres le llamaron loco y no entendían por qué tenía que abandonar un buen trabajo por su afición al deporte, que no le daba apenas recompensa económica. «Ahora sigo perdiendo dinero pero les gusta que compita», admite.
Excedencia y Soria
Con 26 años dio un giro total a su vida. Pidió una excedencia en la fábrica Interbon y se trasladó a entrenar al CAEP de Soria con Enrique Pascual. «Mi vida cambió por completo. Pasé de entrenar 6 horas a 13 horas diarias y fiché por el Playas de Castellón, uno de los mejores clubes de España tanto en ruta como en cross».
«Cuando compito no lo hago contra los demás, sino contra mí mismo; quiero mejorar, superarme y hacer mejores marcas. Esa es mi única motivación», afirma.
En estos últimos cuatro años ha conseguido éxitos que le han llevado a ser internacional. Medalla de bronce en el Nacional de milla en ruta (2009); plata en el Nacional indoor en 3.000 (2010); bronce en el Campeonato de España de 1.500 (2011); mínima B olímpica (3/35/55) y debut como internacional en el Decanation de Niza (Francia). Esta campaña ha empezado con buen pie. Batió el récord nacional de pista cubierta en Zaragoza (3/39/90), se proclamó campeón de España en Sabadell y días pasados fue octavo en el Mundial de Estambul.
Sus esfuerzos están centrados en conseguir la mínima olímpica -«solo me faltan 5 centésimas», aclara- y ser seleccionado para el próximo Campeonato de Europa, a disputar en julio en Helsinki.
Javier Abad ha entrado por méritos propios en el selecto grupo de los mediofondistas nacionales, donde están los también burgaleses Juan Carlos Higuero y Diego Ruiz, el vallisoletano Álvaro Rodríguez, el madrileño Arturo Casado y el andaluz Manuel Olmedo.
La opción que Javier Abad tomó en 2008 le ha llevado a la cima del atletismo español, le llena de satisfacciones personales, disfruta al máximo del deporte y de la competición y, aunque no le salga rentable económicamente, fue la decisión más sabia.