El 13 de abril de 1274 el rey Alfonso X El Sabio se llevó por la fuerza de Pampliega, y en plena noche, los restos del rey Wamba hasta Toledo. Fue en el municipio burgalés donde, por expreso deseo del propio monarca visigodo, descansaban sus vestigios después de su muerte en el año 688, un lugar al que se retiró y vivió los últimos años de su vida tras su derrocamiento.
750 años después de un acto que los propios vecinos y la corporación municipal catalogan de ultraje y agravio a la vulneración de la voluntad de Wamba, y en plena disputa por recuperar los restos de la Catedral de Toledo, donde ahora reposan, y trasladarlos a la iglesia parroquial de San Pedro Cátedra de la localidad, Pampliega celebró este sábado de una manera festiva, pero también con tintes reivindicativos, el aniversario de la salida de las reliquias del pueblo.
Un homenaje que comenzó a las 13 horas con una misa de Acción de Gracias en honor al monarca y que presidió el arzobispo emérito de la Diócesis burgalesa, Fidel Herráez, y que contó también con la participación de la Coral Voces del Arlanzón.
La programación de actos continuó una hora después con una actividad infantil donde se animó a los más pequeños a confeccionar en los soportales de la plaza Mayor, al refugio de las altas temperaturas, su propia corona del rey Wamba.
Ya por la tarde tuvo lugar la ceremonia principal de esta jornada con el encendido de 750 velas -una por cada año desde que los restos fueron sacados a hurtadillas de Pampliega- que iluminaron en el ocaso el Crucero al monumento donde se encontraba la sepultura de Wamba. En esa atmósfera de solemnidad, Neónymus interpretó, con toda la creatividad que caracteriza al artista, un funeral visigodo para deleite de todos los vecinos y visitantes.
El día de homenajes, honores y reivindicación terminó con una fiesta goda en la plaza Mayor de Pampliega a cargo del Dj Cheda.