Hay una persona que no aparece en esta imagen, ya histórica, pero que la protagoniza como ninguno de los retratados: José María Romo, exgerente del complejo asistencial de Burgos. En el momento de la instantánea, en septiembre de 2019, el hoy concejal por el PSOE en el Ayuntamiento acababa de ser nombrado responsable del hospital y antes de que pudiera poner un pie en el inmueble de Islas Baleares constató que tenía de uñas a la mayoría de los jefes de servicio y a muchos otros mandos intermedios. Lo evidenciaron en esta foto y en el acto en el que se produjo, en el que no mentaron su nombre, pero en el que recalcaron que no iban a estar del lado de una directiva que no estuviera «ensamblada con nuestros proyectos». Es más, urgieron a que Sacyl informara del suyo; de lo que proponía para la sanidad burgalesa. Hoy, dicen, aún lo ignoran.
La foto, la muy famosa foto, trajo cola. Más de la que sus protagonistas creían posible entonces, cuando instaron a la sociedad burgalesa a recuperar «el espíritu» que en 1999 clamó por la construcción de un nuevo hospital. «Nosotros no hemos abandonado esos principios y hoy nos sentimos obligados a recuperarlos», concluyó el portavoz de aquel insólito plante, el oncólogo Carlos García Girón. Preguntado hoy por ese momento y por el proyecto que reclamó para el HUBU, en nombre de todos, fue fiel a su estilo: «Me reservo la opinión».
Quien levantó de la nada a principios de los noventa un servicio de Oncología Médica en Burgos, en el hace años demolido General Yagüe, salió escaldado. Y no tanto porque el protagonista ausente de 'la foto' convocara la plaza de jefe del servicio que García Girón dirigió durante 30 años consecutivos a cuatro meses de que el especialista alcanzara la edad de jubilación, sino porque le obligaron a retirarse, en medio de una polémica tan agria como innecesaria: los tribunales obligaron a Sacyl a prorrogar su vida activa.
La histórica foto tomada hace cinco años de varios profesionales del HUBU reclamando "un proyecto" para el hospital - Foto: ValdivielsoHubo cascada de ceses y dimisiones, pero, en general, los retratados con los que este periódico ha contactado -apartados por voluntad propia, a la fuerza y no apartados- acceden a compartir su visión del lustro que sucedió a 'la foto', pero prefieren que se haga bajo anonimato. Algo que puede explicarse porque el parecer acerca de ese «proyecto» que reclamaban para el HUBU es más bien pesimista. «Lo de la foto fue un castillo de naipes y se ha caído del todo. En este hospital no se ha hecho nada; ni siquiera las iniciativas de Romo se llevaron a cabo, ya fueran buenas o malas. No tengo conciencia de que se haya generado riqueza en cuanto a proyectos o actuaciones», dice uno de ellos, que podría ser cualquiera porque la opinión es bastante unánime: «Si el objetivo era ir a mejor, no ha sucedido. Basta con ver las listas de espera y las relaciones interpersonales, que en muchos servicios son malas».
El problema de las demoras no es específico del HUBU, pero el segundo, quizá, sí. Porque todavía hay muchas personas, jefes y no jefes, que sostienen que los dos años de gerencia de José María Romo (pandemia mediante) provocaron una crispación que no en todas partes se ha procesado igual. «Se generó muy mal rollo y eso va a costar recuperarlo», dice otro, en consonancia con un especialista que puntualiza que «digamos que con la marcha de Romo [se jubiló anticipadamente en diciembre del 2021] y la llegada de Ana Lucía Fernández [actual gerente] se pacificaron las relaciones hacia arriba, pero no entre las bases».
No todos hablan de «mal rollo», pero incluso quienes están contentos en su servicio y con sus compañeros admiten percibir «un ambiente como de dejadez o de trabajar por inercia, sin ilusión». Algo que, dicen, no sentían antes de la foto y del plante que provocó el cese del predecesor de Romo en el HUBU, Miguel Ángel Ortiz. «Es que teníamos otro ánimo, porque sabíamos que si subíamos a la dirección con un proyecto, salía adelante», dice uno, que podría hablar en nombre de todos. Porque hay cierta desilusión incluso entre quienes no fueron cesados, relevados o forzados a dimitir. «Hay que tener en cuenta que muchos de los jefes de esa foto peleamos por este hospital, porque fuimos residentes en Burgos y teníamos un vínculo que, muchos de los que están ahora, no tienen», añade otro.
Es en este tipo de conversaciones en las que aflora lo que en el hospital llaman «la comarcalización del HUBU»; es decir, una suerte de pérdida del tirón asistencial que Burgos tuvo en el pasado y que lejos de mantenerlo al nivel de los grandes complejos de Valladolid, Salamanca o León -que en este último lustro sí han ganado tecnología o prestaciones- lo asemeja cada vez más a los hospitales de Aranda o Miranda. «Con Ortiz, el hospital estaba en pleno crecimiento, y eso defendimos el día de la foto, pero a Romo lo pusieron para que lo descabezara y, desde entonces, el HUBUdecrece», lamentan otros.
Esto es algo de lo que se ha acusado a José María Romo desde que tomó posesión, porque lo que el exgerente consideraba «lealtad» con Valladolid la mayoría lo interpretaba como falta de interés y de arrestos para pelear por Burgos. Pero a la actual dirección también le afean carencia de iniciativa o, quizá, de coraje para dar un puñetazo en la mesa de la Consejería de vez en cuando. «Hace falta un chute», resume uno, matizando y subrayando que, «por lo menos, la gente que está ahora en la dirección deja trabajar y es receptiva si acudes con alguna iniciativa; nada que ver con la anterior, con esa cerrazón y ese borderío que había».
Ahora bien, también hay quien aprovecha para hacer algo de autocrítica. «Esto, ya, va a ser como los profesionales queramos que sea. El hospital es cojonudo, con unos buenos trabajadores y ahora se trata de lo que queramos nosotros», concluyen.