No pudo ser. Después tres finales consecutivas mostrándose implacable, el Hereda San Pablo acabó hincando ayer la rodilla ante el Flamengo y dijo adiós al sueño de levantar su segunda Copa Intercontinental. Un golpe de realidad para un equipo que no termina de encontrarse a sí mismo y que perdió en Egipto una oportunidad única de conquistar su cuarto título internacional, pero al que no le queda más remedio que levantarse de inmediato para salir del pozo de la Liga Endesa.
Más de medio título se decidió desde el perímetro. El conjunto brasileño encarriló la final con 14 triples que supusieron más de la mitad de sus puntos, mientras que los burgaleses tuvieron serios problemas para anotar desde el arco y firmaron un pobre botín de 6 triples en 29 intentos. Incluso cuando sus especialistas dispusieron de tiros liberados, no acertaron. Por ahí se les escapó la copa ante un rival que fue bastante mejor en líneas generales, dio un recital de cómo se juega al baloncesto en equipo y tuvo controlado el partido desde el primer minuto. De hecho, los azulones pagaron muy caro su pobre defensa en el primer cuarto, fueron a remolque los 40 minutos y no tuvieron opciones reales de éxito.
(La crónica del partido, las reacciones y las imágenes, en la edición en papel de hoy de Diario de Burgos)