'Las viejas de Castilla', el poema inédito de Antonio Machado

R. PÉREZ BARREDO
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Ha aparecido en el Fondo Zugazaga que atesora la Institución Fernán González. Aún se está estudiando y analizando, pero todo apunta a que es, en efecto, desconocido, y que el universal autor andaluz pudo desecharlo para su libro 'Campos de Castilla'

La fina hojilla con el membrete: El catedrático de Lengua Francesa del Instituto de Soria. - Foto: Luis López Araico

Antonio Machado es el gran poeta nacional. Quizás el más estudiado; el más recitado y más conocido. Símbolo patrio donde los haya, su figura y su obra son eternas.E infinitas. Pero, aunque parezca mentira, aún no se conoce todo del universal poeta sevillano. Tan es así, que acaba de descubrirse lo que parece, a todas luces, un poema inédito escrito de su puño y letra. Y ese hallazgo se ha producido en Burgos. Y en el seno de una institución burgalesa. La cuartilla amarillea, como las hojas de los chopos de las riberas del Duero que tantas veces vio adentrarse en el otoño castellano, ya huérfanas sus copas de ruiseñores. En la parte superior derecha, tres borrones de tinta; en la izquierda, el membrete: El catedrático de Lengua Francesa del Instituto de Soria.

El poema que a continuación ocupa la fina hojilla es un soneto en alejandrinos, que viene encabezado por unos versos del Hamlet de Shakespeare: To be or not to be that is the question. Whether 'tis nobler in the mind to suffer (Ser o no ser, esa es la cuestión. Si la gente cree que es más noble sufrir...). El título aparece centrado y entre guiones: -Las viejas de Castilla-. Y todo el poema, desde el primer verso hasta el último, rezuma al Antonio Machado de Campos de Castilla. Ha sido un hallazgo feliz: aunque todavía se está estudiando, todo parece indicar que esos catorce versos escritos con pluma en tinta negra eran de todo punto desconocidos; no existía noticia alguna de ese manuscrito.Se trata, pues, de un descubrimiento muy importante.

Ha aparecido entre la documentación que atesoraba José María Zugazaga, quien fue secretario de Manuel Machado, hermano del alma de Antonio, y cuyo fondo obra desde hace varios meses en poder de la InstituciónFernán González.Fue precisamente el director de esta academia,René Jesús Payo, quien se topó con la composición poética en una de las primeras catas que se hicieron en el citado fondo, que parece estar colmado de sorpresas: no en vano, hace unos meses, tal y como informó este periódico, fueron encontrados los salvoconductos que en plena Guerra Civil le fueron facilitados a Manuel Machado para que viajara desde Burgos hasta Colliure con el fin de despedirse de su querido hermano, que había hallado la muerte en ese pueblo francés recién inaugurado su exilio. «Sentí mucha emoción al encontrarlo», admite Payo.

René Jesús Payo y María Jesús Jabato observan el manuscrito autógrafo de Antonio Machado en la sede provisional de la Institución Fernán González. René Jesús Payo y María Jesús Jabato observan el manuscrito autógrafo de Antonio Machado en la sede provisional de la Institución Fernán González. - Foto: Luis López Araico

A la intuición, que pronto fue certeza, de que ese papel, esos versos no exentos de algún tachón, escritos con la siempre elegante caligrafía de Antonio Machado, constituía un descubrimiento de enorme valor, le ha seguido un proyecto: la academia burgalesa tiene previsto realizar una publicación, una edición facsimilar del poema que estará acompañada de varios estudios. En uno de ellos está trabajando ya la académica María Jesús Jabato, que prefiere no desvelar las conclusiones del análisis del poema hasta que éste sea presentado, mediante la citada publicación, a la comunidad científica. Con todo, la también escritora e historiadora sugiere que tal vez se trate de un poema desechado por su autor para el libro Campos de Castilla. «El poema está lleno de términos e imágenes que están presentes en ese libro de Machado», explica.

Si, como parece, el poeta no decidió incluir ese soneto en alejandrinos para el libro (cuya primera edición data del año 1912, si bien hubo otras posteriores -en 1917, por ejemplo- en las que Machado incluyó más poemas), da la impresión de que le sirvió a la manera de apuntes para algunos que sí forman parte, con enorme trascendencia, de esa obra cumbre de la literatura universal.Así, el arranque de este poema desconocido -Un día cabalgaba por la ancha carretera/ que va de Soria a Burgos...- evoca inevitablemente el comienzo de la composición que dedicó a Azorín: La venta de Cidones está en la carretera/ que va de Soria a Burgos... Se pueden establecer más relaciones de semejanza. Por ejemplo, en el prodigioso poema que Machado dedicó a su amigo José María Palacio, que es una melancólica evocación primaveral con el recuerdo de Leonor, su esposa muerta en la flor de la juventud, traspasando cada verso, escribe el poeta: En la estepa del alto Duero, Primavera tarda... En el poema recién descubierto se puede leer: Por estos altos llanos la primavera tarda...

Aunque en el papel aparece estampado el membrete soriano, una duda que se plantea ahora es cuándo pudo haber escrito esos versos el poeta. Algunas de las más importantes composiciones de Campos de Castilla las escribió Antonio Machado ya instalado en Baeza, adonde llegó en octubre de 1912, apenas tres meses después de haber enterrado a su amada. Sin embargo, podría deducirse que el inédito soneto fue escrito a orillas del Duero no sólo por el membrete, sino porque, y tomando como ejemplo la comparación anterior, mientras que en el poema a su buen amigo Palacio el poeta deja claro que habla desde la lejanía, con añoranza, de la primavera soriana, en el recién descubierto el poeta deja entrever que se halla en tierras castellanas: por estos llanos, escribe, no por aquellos o por esos llanos. Es probable, así, que Machado escribiera esos versos antes del verano de 1912.

En cualquier caso, el texto es el Machado de Campos de Castilla de principio a fin con las referencias a la flora, a la fauna, al paisaje al clima: la tierra parda, el verdor que llega con la primavera, las blancas flores de los ciruelos, las ovejas, las cigüeñas, las abejas, el Moncayo, el frío cierzo. Su llegada a Soria en 1907 marcó no sólo su vida, sino también su poesía. Como confesaría en el prólogo a la edición de Campos de Castilla de 1917, sus cinco años a orillas del Duero orientaron sus ojos y su corazón hacia «lo esencial castellano». Así, aquella poesía íntima pero simbolista que había dominado en su obra anterior desaparece; en su lugar, emerge una poesía empapada de la tierra castellana porque el alma del autor se ha identificado con su materia y con su espíritu. Y canta a esa tierra.La canta como nadie nunca había hecho ni hará jamás. Y canta, también, lo que se pierde. Para ese poeta, las cosas reales se antojan soñadas, cual si fueran el recuerdo de un sueño. Cuando Machado se pregunta qué es vivir se responde: soñar nuestro sueño. En ese sueño machadiano está y es Castilla como lo es su eterna, inolvidable y esencial melancolía.
De Soria a Burgos. Cómo y cuándo llegó ese poema de Antonio Machado a manos de su hermano puede que no se acabe sabiendo nunca: es cierto que la relación entre ambos poetas trascendía su condición fraterna, como si uno se completara con el otro y viceversa; se querían, se necesitaban, se admiraban. Les costaba ser el uno sin el otro, circunstancia de la que se ocupó la contienda civil española, que los separó para siempre, matándolos de pena aunque Manuel sobreviviera varios años a su hermano. Es probable que Antonio sometiera al parecer de Manuel sus escritos, y que fuese por ello que ese poema terminara formando parte del archivo personal de éste, como sucede con otros poemas: en el Fondo Machadiano que conserva la Fernán González están los borradores de La tierra de Alvargonzález y de otros poemas manuscritos de Campos de Castilla, así como la maravillosa elegía que Antonio dedicó a Federico García Lorca tras su fusilamiento en Granada en 1936: Se le vio, caminando entre fusiles,/ por una calle larga/ salir al campo frío/ aún con estrellas de la madrugada...

En el seno de la Institución Fernán González, que está en plena mudanza desde el Consulado del Mar a la sede provisional de Cajacírculo en la plaza de España, reina la felicidad por el descubrimiento. Se están diciendo, como el gran Machado, que el hallazgo es tan trascendente que se podría hablar de milagro. Y por qué no.

Un milagro de la primavera.

Las viejas de Castilla

Un día cabalgaba por la ancha carretera

que va de Soria a Burgos, mediada primavera,

por estos altos llanos la primavera tarda

a abrir sus manos rosas sobre la tierra parda.

Y ya es abril mediado cuando el verdor renace,

donde los potros juegan, donde la oveja pace,

[el pescador furtivo apresta sus reteles
y tienen las abejas donde libar sus mieles]*

cuando de blancas flores se cuajan los ciruelos

y la cigüeña madre enseña a los hijuelos

a usar las alas torpes , y al comenzar de mayo,

es blanca todavía la espalda del Moncayo

Y al hombre que trabaja el pegujal tardío

castiga la ventisca y azota el cierzo frío.

Mas sol y azul… Prefiero los yermos de Castilla

a las floridas vegas de Córdoba ó Sevilla.

*Esos versos aparecen encajados, sobreescritos.