Nació con tanta fuerza como originalidad, y su proyecto estaba llamado a convertirse en uno de los reclamos turísticos más singulares y atractivos de la provincia. Pero las míticas canteras de Hontoria, cavidades de las que salió la piedra con la que se construyeron la Catedral de Burgos y tantas y tantas obras y monumentos, ya no se pueden visitar. Echaron el cierre sine die en Navidad. El conjunto monumental bautizado como 'Patrimonio de la Luz' se ha hecho inviable e insostenible, y antes de que las pérdidas por tenerlo abierto a diario arruinen este espléndido proyecto sus gestores han decidido cerrarlo para repensarlo. El bajón del turismo en invierno y las nulas ayudas institucionales han llevado a la dirección a tomar esta decisión. Aunque su intención es reabrir el conjunto, no hay una fecha marcada. Los socios de la empresa Eventos Galerías Exclusivas quieren reflexionar sobre el presente y el futuro de este complejo natural antes de volver a abrir sus puertas, que hoy se encuentran cerradas a cal y canto; tampoco el teléfono de contacto que aparece en la web se encuentra operativo.
Apenas hace dos años que Patrimonio de la Luz se presentó en Fitur; un poquito más que sus galerías acogieron un exitoso anuncio de una bebida; aún no hace un año que un grupo musical rodó allí un videoclip y que sus entrañas acogieran un festival de folk que triunfó de lo lindo. Nada de eso ha conseguido que este proyecto pueda mantenerse abierto. Fuentes cercanas a la empresa aseguran que es insostenible mantenerlo todo el año, y que sin apoyo de las administraciones difícilmente podrá ser rentable en adelante, de ahí que se hayan dado un tiempo para replanteárselo. Sabían, cuando se puso en marcha, que un proyecto tan ambicioso iba a requerir fuertes inversiones, toda vez que el objetivo marcado pasaba por convertir este histórico complejo natural «en el mayor centro turístico-cultural y de ocio de la provincia y uno de los más importantes de España».
Las antiguas canteras La Catedral (que sirvió de cárcel y almacén militar hasta finales del siglo pasado) y El Pozo (donde se explican las técnicas de extracción de la valorada piedra caliza blanca desde el medievo hasta mediados del siglo XX), ya convertidas en galerías, han acogido desde su apertura a las visitas a miles de personas, pero estas cifras no han resultado suficientes como para poder seguir siendo una oferta continua.
Ese viaje por las entrañas de una tierra de leyenda se ha visto momentáneamente truncado por la obstinada realidad: la falta de apoyo económico para una necesaria inversión: ha quedado pendiente habilitar la galería El Museo, en cuyo interior hay actualmente ganado y fardos de paja, y donde se había planeado un aula de interpretación de los principales monumentos que salieron de las canteras y de rutas turísticas por el entorno inmediato; exprimir aún más las enormes posibilidades de la Galería de la Luz (pensada para acoger celebraciones, reuniones, banquetes y como espacio para acoger catas de vino); y darle una salida al cada vez más arruinado complejo militar, al Cuartel del Polvorín que estuvo operativo hasta casi mediados de los años 90 del pasado siglo. No en vano, entre los planes de la empresa que gestiona este complejo pasaba por reconstruir el antiguo destacamento que hiciera las veces de centro de recepción de visitantes; que acogiera espacios para la celebración de talleres; y que sirviera también para explicar la historia del lugar, así como ofertar otros reclamos turísticos de este privilegiado entorno con la idea de que el visitante se quedara varios días por esta comarca.
Toca esperar. Habrá, pues, que esperar para poder volver a disfrutar de este formidable complejo, de la imponente Galería La Catedral (de la que se dice que ya los romanos extraían de ella la codiciada caliza) con sus 'terrazas' de 20 metros de ancho y cinco de alto; nada menos que 10.000 metros cuadrados con un lucernario por el que se filtra un hechizante haz de luz natural, con su gran sala como una suerte de anfiteatro a distintas alturas y una enorme y alta columna que sostiene la techumbre de caliza veteada de rojo férrico. Y de galería El Pozo, donde los visitantes es pueden hacer una idea cabal de cómo se trabajaba en estas canteras: persisten en sus paredes las marcas y hendiduras del primigenio sistema de extracción de los sillares, de los picos, mazas y palancas que utilizaban los canteros medievales y no tan antiguos.