Han superado con creces, aseguran, las expectativas que se habían planteado y ni siquiera la lluvia ha impedido un balance «espectacular». La décima edición del Festival Tribu ha acogido durante los tres días a 35.000 espectadores entre los dos espacios escénicos preparados para la celebración: la Plaza Mayor, que albergó el escenario San Miguel, y el Espolón, donde estuvo instalado el escenario patrocinado por Diario de Burgos. La ubicación del evento y el carácter gratuito ha ayudado, por supuesto, pero la presencia de todos esos espectadores avalan la filosofía del festival, volcado en dar a conocer a bandas emergentes o desconocidas para el gran público dentro de un estilo centrado en la música de raíz y el nuevo folclore. Sin olvidarse tampoco de «figuras», como Llergo, Urbiza o El Nido en este caso.
«Estamos muy satisfechos. Era la vuelta al centro y sabíamos que el público iba a responder, pero no a qué nivel. Con esta asistencia queda demostrado que el Festival Tribu está más que asentado en la ciudad y que no solo atrae a gente de Burgos, sino también a público de fuera. Lo comprobamos especialmente el viernes, con un buen número de vascos cantando los temas de Gorka Urbizu. Es algo que siempre hemos perseguido y estamos muy contentos», resume Héctor Aguilar, director del festival. Y no solo se acercaron del País Vasco, sino que entre los asistentes el viernes, el sábado y el domingo se escucharon varios acentos e idiomas.
Como en las últimas ediciones, el San Miguel Festival Tribu cuenta con el compromiso económico del Ayuntamiento, que ha prometido 100.000 euros. Decimos 'compromiso' porque el convenio aún no se ha firmado, pese a que el festival ya ha concluido. De todos modos, a juzgar por los mensajes que la alcaldesa Cristina Ayala colgó en su cuenta de X (antes Twitter) celebrando el éxito del festival -y el apoyo explícito del Ayuntamiento-, es posible pensar que el Consistorio tratará de que la firma se realice cuanto antes para no entorpecer el futuro del Tribu, como ha ocurrido en el pasado.
Para las próximas ediciones la organización debe valorar si repite el formato gratuito con dos escenarios y zona de gastronetas que tan buen resultado les ha dado o regresa al recinto cerrado y de pago en los jardines de La Parrala: «Tenemos que valorarlo. Es verdad que el formato gratuito te impide crecer en algunos aspectos, pero te da otras cosas que igual compensan. Es decir, que aquí tenemos un presupuesto que conocemos. Se puede ampliar con algún patrocinio o si el Ayuntamiento decide apoyar de otro modo. Pero el techo está claro. Sin embargo, si vas a un formato de pago, el techo está en las entradas que puedas vender y hasta dónde quieras apostar con artistas más grandes», detalla Aguilar.
A lo que no renuncian porque es lo que les identifica y les hace sentir «cómodos» es al papel de ser «un festival para conocer a otras bandas». «Este formato urbano que apuesta por los grupos a descubrir y que también apuesta por que la gente venga a descubrir la ciudad con este motivo nos gusta mucho».
En cuanto a las fechas (este año debía haberse celebrado en mayo, pero se pospuso por el retraso en el pago del Ayuntamiento), les gustaría estudiarlo con el Consistorio: «Nos encantaría que el convenio fuese válido para tres o cuatro años y así programar con tiempo. Y en ese sentido, sentarnos con ellos para ver las agendas culturales de la ciudad y no pisarnos. Porque hay muchos eventos públicos y privados y todos tenemos que remar en la misma dirección», concluye.