A Hércules ya le pusieron como misión casi imposible robar las manzanas de oro que colgaban de los árboles del jardín de las ninfas Hespérides. De Eva ni hablamos. Y que levante la mano el niño -o abuelo- que no se haya colado en una huerta o escalado un murete en pos de tan sabroso botín. Esa ancestral e irremediable atracción por la fruta ajena, prohibida, inalcanzable... ha salvado la vida de Piedad. Eso y que sus vecinos supieran del pecadillo diario de esta mujer de Villalmanzo, que a sus 92 años tiene mucho que agradecer a la vida.
«Si llego a saber que la estaban buscando desde anoche, había madrugado más», se lamentaba ayer José Sanz, sin querer arrogarse el mérito de haber localizado a su vecina. «Los guardias llegaron antes», apunta en referencia a la patrulla de la Benemérita que halló a la desaparecida alrededor de las 10 de la mañana de ayer. Sin embargo, se movían guiados por su intuición, que resultó la pista definitiva. «Hay que mirar por donde haya frutales, no ir a buscarla a lo tonto», les comentó. ¿Por qué? Porque este hombre -primo de su marido, ya fallecido- conocía de su afición por salir al campo «todos los días» y volver con «4 nueces o 4 manzanas».
José llegó poco después que los guardias civiles y pudo cruzar unas palabras con ella. «¡Jo, qué noche, pensaba morir de frío, no me buscaba nadie», le dijo Piedad, que estaba allí «acurrucadita y tapada solo con un jerseicillo echado por encima», describe. La madrugada podía haber sido peor, porque gracias al viento sur, la temperatura no bajó de los 10 grados.
Estaba «con la cabeza perfecta», pues a sus 92 años «tiene buena correa» y mejor forma física, de tanto paseo por los frutales. Desde la Comandancia confirman que cuando localizaron a la anciana estaba «consciente, orientada y mostraba apetito», aunque presentaba una cierta hipotermia (...).
(Más información, en la edición impresa de Diario de Burgos de este miércoles o aquí)