La reforma del antiguo Asador de Aranda, ubicado en la Llana de Afuera, viene de lejos y son varios los vaivenes que ha sufrido la actuación hasta que el pasado mes de noviembre salió a concurso la redacción del proyecto para convertirlo en un centro dedicado al mundo de la gastronomía y la enología. El estudio ganador (Barrio y Cameno) entregará el básico la semana que viene a la Concejalía de Turismo, de quien depende la iniciativa y cuyo responsable, Carlos Niño, prevé que las obras puedan comenzar en el mes de junio si el expediente transcurre con normalidad.
El edil detalla que, una vez supervisado el proyecto básico y recibidos los pertinentes informes favorables, los arquitectos adjudicatarios disponen de un mes para trasladar a los responsables municipales el de ejecución, con lo que se procedería a licitar los trabajos, cuyo plazo definitivo -según explica- vendrá determinado por este último. Niño reconoce lo ajustado de los plazos para poder justificar los 600.000 euros de financiación europea con los que se quiere ejecutar, a los que hay que sumar casi otros 88.000 euros de esa convocatoria inicial para diseñar la rehabilitación del edificio.
En cualquier caso, el concejal se muestra tranquilo al respecto y sostiene que, en caso de no poder justificarlos antes del 31 de diciembre de este año, el coste de la intervención se realizará con «fondos propios», mientras que esos 600.000 euros procedentes de Europa se destinarán a otras iniciativas ya en marcha que puedan sufrir variaciones al alza en su presupuesto, sin que estas tengan que estar relacionadas con el ámbito turístico. A esta opción suma una segunda que pasa por no descartar la posibilidad de que el Gobierno central permita solicitar una prórroga.
Programa electoral. «No tenemos miedo a perderlos porque podemos compensarlos», remarca, al tiempo que defiende el desarrollo de este proyecto al estar incluido en el programa electoral del equipo de Gobierno del PP. No obstante, el proyecto ha sufrido no pocas vicisitudes hasta llegar al momento actual tras una propuesta inicial que data de finales de 2021 y que partió de la Federación de Hostelería, que planteó la creación de una biblioteca gastronómica, la que después siguió la idea del Ejecutivo del PSOE de convertirlo en un centro de innovación turística.
Con la llegada de los 'populares' este concepto se desechó para defender la puesta en marcha de una dotación que girara en torno a la gastronomía y el vino, que es la que finalmente ha salido a concurso tras de dos intentos en los que no se presentaron licitadores para realizar el proyecto. Las condiciones técnicas definen la actuación como un «polo turístico» que muestre al visitante el patrimonio burgalés de ambos campos, con una distribución de espacios que incluyen sótano, planta baja y primera.
En estas dos últimas se repartirán distintos espacios como la recepción y los controles de acceso, así como una cocina equipada y un horno de leña. De igual forma, en el piso superior se ubicará una zona multiusos para el desarrollo de catas por parte de productores, cocineros, enólogos o sumilleres. Se contemplan hasta 10 cocinas móviles para realizar cursos y estancias para conferencias y actividades vinculadas a estos dos campos.