Donde suena la música la fiesta suele estar asegurada y ayer, a primera hora de la tarde, quien se llevaba a todo el mundo detrás como el flautista de Hamelín o las charangas fue un juglar y toda su troupe: malabares, juegos con cuchillos, danza del vientre, zancos y bailes. El grupo encargado del pasacalles recorrió las zonas del mercado medieval (Espolón, plaza del Rey San Fernando, paseo Marceliano Santa María y Plaza Mayor) jugando con los transeúntes, que les grababan o compartían con ellos la fiesta.
Con ellos como banda sonora, era más fácil imaginarse ese viaje al medievo que propone la Semana Cidiana. Ayudaba también el aumento en el número de banderines de tela, la colocación de indicadores con el rótulo de 'Semana cidiana' en madera y la proliferación de figuras en forja. Porque lo de la indumentaria entre la ciudadanía sería pedir demasiado.
No hizo falta tampoco vestir de época. El de Vivar triunfó otra vez después de muerto a base de ludotecas, tiovivos y norias de madera, cuentacuentos y ponis sobre ruedas para los más pequeños; mercadillo y puestos de comida y bebida, rutas guiadas, talleres, conferencias o exhibición de disparos para el resto. Es verdad que las buenas temperaturas ayudaron a que fuese más fácil curiosear, y también que la fiesta cidiana siempre invita a buscar aquello que pueda sorprender.
Como dejarse llevar por el olor de un jamón que se va asando poco a poco o el de una enorme parrilla con sus brasas. Concentrada en el paseo de Atapuerca está la zona culinaria, con una carta tan variada como para albergar desde dulces árabes a salchichas alemanas, pasando por patatas asadas, paella, crepes o hidromiel.
La Plaza Mayor, en cambio, puede considerarse un parque infantil porque en esta zona está instalada la ludoteca con juegos de madera gigantes; es aquí donde se realizan las funciones de teatro y cuentacuentos; los ponis con ruedines se manejan por su circuito y, además de una noria, hay colchonetas donde saltar.
En cuanto la mercado medieval, lo mismo se encuentran manteles que traen desde Valencia, detalles personalizados de madera que crea una empresa de Murcia, quesos de casi todas las regiones del país, aromas de Cantabria, joyas, velas, cuero, calcetines de lana merina, pimentón de la Vera... Te permite catar un bollo preñado, llevarte una foto en piedra o probar las gominolas naturales mientras aprendes con talleres de camafeos, caña y barro o para hacer pan.
Todo lo anterior se mantendrá hasta el domingo, y añadan actividades como los torneos medievales, recreaciones históricas, tiro con arco, visitas a la bodega del monasterio de Cardeña, exhibición de aves rapaces, desfile con antorchas, documentales, videomapping, teatro participativo...