Donde él o ella son la excepción

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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De los 371 municipios que componen la provincia, únicamente son mayoría las mujeres en 12 de ellos, incluyendo Burgos capital, Aranda de Duero y Miranda de Ebro

Socorro, como una reina rodeada por Antonio, Vicente, Paco, José y Jorge. - Foto: Patricia

Aunque George Bernard Shaw hiciera célebre esta cita -la estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos coches y yo ninguno, los dos tenemos uno-, sí que suele ser un termómetro para acercarse a la realidad. Y los datos, aunque aparentemente fríos y un punto descarnados, son los que son y sirven casi siempre para medir con objetividad muchas cuestiones. El último estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre población -correspondiente al pasado año- pone de relieve que en los pueblos, especialmente los más pequeños, residen más hombres que mujeres. Tan es así, que en sólo cuatro municipios con menos de 100 habitantes son mayoría las mujeres: Rezmondo, Rublacedo de Abajo, Terradillos de Esgueva y Araúzo de Salce. Con todo, y en el cómputo global de los 371 municipios que componen la provincia de Burgos, sólo en cinco más se da esta circunstancia: Adrada de Haza, Grijalba, Lerma, Trespaderne y Villamayor de los Montes.

No hemos incluido en esta lista a Burgos capital, Aranda y Miranda, donde también hay censadas más mujeres que varones, porque en ellas reside -valga la redundancia- la principal explicación al hecho de que los pueblos 'sean' para los hombres cuando, además, se sabe que las féminas dominan, aunque sea por poco el censo (a fecha 1 de enero del año en curso vivían en la provincia de Burgos 179.916 mujeres por 179.824 hombres). Los expertos señalan que en el mundo rural, marcado por el envejecimiento y la soledad, son las mujeres las que, llegado un momento -provocado, generalmente, por la viudez, los achaques en la salud, la escasez de servicios o el aislamiento- deciden abandonar el pueblo e instalarse en algún municipio cercano más grande o directamente la ciudad, donde la mayoría tienen familia (hijos, nietos), lo que les procura más seguridad y tranquilidad en la recta final de sus vidas. 

Ellos, sin embargo, y aunque estén en idénticas circunstancias, están más apegados al terruño, son más reacios a abandonar el que ha sido su mundo. Se da la circunstancia de que en la provincia de Burgos se encuentra el municipio de España con menos de 100 habitantes donde se da la mayor diferencia: de los 40 vecinos que aparecen censados en el padrón del año 2024, 35 son hombres y cinco son mujeres.

Continuando con el análisis de esta realidad, respecto a las mujeres jóvenes residentes en municipios pequeños, son también las primeras en abandonarlos primero por los estudios, que consideran una vía de emancipación, y segundo, buscando horizontes laborales más variados, hecho que suelen encontrar en las ciudades. El estudio del INE ofrece también una curiosidad: hay cinco municipios de la provincia con empate de género, esto es, en los que hay el mismo número de mujeres que de hombres. Son: Navas, Ameyugo, Padrones, Rabé y Valmala.   

Socorro, como una reina rodeada por Antonio, Vicente, Paco, José y Jorge. / Patricia«En este pueblo la que manda soy yo»

Vizcaínos es el municipio de Burgos (y de España) en el que los hombres ganan porcentualmente por goleada. Hay 5 mujeres censadas, pero únicamente residen 2 de forma permanente. Socorro, una de ellas

«Aquí la que manda soy yo», dice, risueña, Socorro, a la que encontramos mimando las plantas que jalonan la entrada de su casa. Sentada en una silla, se siente la reina de Vizcaínos. Y no es para menos: es una de las cinco mujeres que, según el censo, residen en este precioso pueblo de la ribera del Pedroso, donde viven 35 varones. Pero es la única que lo hace permanentemente: las otras van y vienen. «Estoy rodeada de hombres», apunta soltando una carcajada. Pero admite que es feliz, y que los tiene a mimo: el otro día preparó un perolo de caracoles para que los varones dieran cuenta de ellos en la cantina del pueblo. Claro que es consciente de que hay aplastante mayoría masculina, pero lo considera algo anecdótico. La vida es la misma. El cielo de la mañana es casi tan azul como el azul de los sueños. El solete que a mediodía ya caliente juguetea por las calles del caserío serrano. Antonio, alcalde de Vizcaínos, resta también importancia al desequilibrio de género de su pueblo, sobre el que siempre tiene proyectos: está rehabilitando la cubierta de la torre de la fantástica iglesia románica consagrada a San Martín de Tours, cerca de la que hay un inmueble que acaba de adquirir el Consistorio con el fin de convertirlo en un centro social; además, se va a renovar el parque infantil e incluir elementos destinados a los más mayores, para que se ejerciten.

Socorro está feliz y siente el cariño y el respeto de todos sus vecinos


«Tenemos bonito el pueblo», apunta el regidor, que explica el descompensado censo en que en apenas dos años han fallecido nueve vecinas, y en que suele ser habitual que las mujeres prefieran pasar la mayor parte del año en la ciudad o en alguna localidad más grande y con más servicios -hasta que llega el buen tiempo, principalmente el verano- mientras que ellos, en las mismas circunstancias, prefieren permanecer en el terruño. «No damos importancia a este hecho. Y no vamos a montar ninguna caravana de mujeres», dice también con humor. 

Así que en Vizcaínos reina la armonía y la felicidad. Así se demuestra en la sesión de fotos: Antonio, José, Jorge, Paco y Vicente rodean a Socorro y lo hacen encantados, con cariño y cierto afán protector. Vizcaínos es el municipio de menos de 100 habitantes de Burgos -y de España- que menos mujeres tiene. Pero a la vista está: con Socorro basta. 

Lucía, Monse, Conchita y Yoli, junto a David. / Luis López Araico«Estoy encantado. A veces me siento como un padre abad»

En el caso inverso, Rezmondo es el municipio de la provincia con más porcentaje de mujeres: son casi el doble que los hombres. David está en minoría

La tarde de primavera es perfecta en Rezmondo, donde reina la quietud. Yoli y Monse están pegando la hebra al solete, junto a la fuente. Al cabo aparece Conchita, hermana de la segunda. La charla es distendida, y están evocando el reciente cumpleaños -106, nada menos- de su vecina más veterana, Aurita, que salió hace poco en los papeles. No se sorprenden cuando se les informa de que es el municipio de Burgos donde hay mayoría femenina: son once mujeres frente a seis varones. «No echamos de menos a los hombres», dicen, sonriéndose entre sí, cómplices. Es entonces cuando irrumpe en la escena David, al que estas mujeres adoran. Es uno de los vecinos más queridos. «Sí, en Rezmondo tenemos mujeres para escoger de los cincuenta a los cien años. Un amplio abanico», apunta para provocar una sonora carcajada en sus divertidas vecinas. 

Es David muy manitas, todo un artesano cuyas creaciones valoran en el pueblo, como el banco que le hizo recientemente a Aurita con motivo de su extraordinaria onomástica. «Es la única que siempre ha dicho que echaba de menos a los hombres», tercia una de las vecinas para delirio de las otras. «Yo estoy encantado de vivir en el pueblo y de que haya a mi alrededor tantas mujeres. A veces me siento como un padre abad», apostilla siguiendo con la guasa. Sí lamenta este vecino de Rezmondo que los pueblos no estén preparados para los jóvenes.

Tengo un hijo que ha intentado trabajar desde aquí, pero fue imposible, tuvo que marcharse a Barcelona. El pueblo está muy bien, pero está claro que sólo para las personas mayores», explica con resignación.

Aquí tenemos mujeres para escoger de entre los cincuenta a los cien años»

Su casa, alabada por todo el pueblo, es una maravilla: su condición de artesano hace que brille con luz propia. «Tenéis que hacerle un reportaje, es que hace unas cosas preciosas», dice Lucía. «Siempre está pendiente de todos, es una persona muy querida», tercia Yoli. Quiso David montar en el inmueble-museo en el que reside una casa rural, pero todo se truncó especialmente por el fallecimiento de su esposa. Tiene dos hijos (chica y chico) artistas «de verdad, yo sólo soy un imitador». Y aunque los ve menos de lo que le gustaría, está feliz en el pueblo. Siempre acompañado. «Muy bien acompañado».