Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Venir o marchar: tourismos

20/10/2024

No podía pasar, quería llegar a la panadería, la última que quedaba entre tantas cafeterías, tiendas de recuerdos y múltiples majaderías para surtir a los turistas, tantos que como un río de ñus -rebaño incesante- no le dejaban cruzar la calle; iban o volvían de la catedral, la misma en la que ya casi no había misas, porque solo había turistas, los piadosos seres habían huido o se refugiaban en capillas solitarias, tal vez en su casa, ante conversaciones invasivas, ante cámaras y actitudes que no ayudaban a respetar lo sagrado. Se habían multiplicado por diez, por cien... La ciudad había cambiado y cada vez menos vecinos subsistían, los comercios normales, tiendas de comestibles, ropa, servicios, habían desaparecido. Las casas habían desaparecido y, aunque no se hubiesen transformado en hoteles y hostales, muchos, demasiados pisos se alquilaban a los foráneos que venían tres días, una semana, y luego partían. Antes todos querían que llegasen los extranjeros, con los bolsillos llenos de los excedentes de sus sueldos; ahora era al contrario. Estaban hartos de ver que su ciudad había desaparecido para convertirse en un museo en que los precios de lo más sencillo se habían alzado de un modo monstruoso, desapareciendo los colegios, los viejos, los niños... La ciudad se hizo célebre por los que venían de fuera y de ella escribían, hablaban de sus encantos, la reproducían en pinturas y dibujos, luego en fotografías y reportajes de televisión o películas cinematográficas... Ahora preferirían el anonimato de su lindas calles y tierras, antes por lo menos podían pasear tranquilamente, disfrutándola. Se imaginaron que darían puestos de trabajo durante un tiempo, pero luego parecía que no satisfacía sino a compañías que manejaban idas o venidas.
El problema de Florencia o San Giminiano lo vemos en Venecia, donde han tenido que poner filtros económicos para quienes llegan. El turismo es bueno, pero cuando no resulta excesivo. Como todo, moderación. El fenómeno está creciendo en diversos lugares y así en Japón hay un pueblo que ha de bloquear a los turistas molestos que quieren fotografiar el monte Fuji; como en Barcelona y otros lugares se levantan manifestantes y pintadas de protesta contra los turistas, precisamente cuando escasean las viviendas para los ciudadanos normales. Todo tiene límites, la hermosa playa que parecía un paraíso, llena de visitantes puede transmutarse en un infierno.
Las facilidades para viajar, el descenso de sus costes y la masificación del turismo, ha cambiado las estructuras que antes permitían al viajero disfrutar y aprender del Grand Tour, para convertirlo en una industria masiva de personas.
Lo mismo sucede con la inmigración o la emigración. Cuando hacen falta trabajadores, porque no hay, son bienvenidos si su comportamiento es el que se entiende como correcto, pero si son más, muchos más, y algunos alborotan, mal. Las proporciones parecen importantes.