Las siete de la tarde. Esa es la hora marcada para que eche a andar una nueva edición de Sonorama Ribera, la 27 ya, aunque el desembarco de los festivaleros se viene notando en Aranda de Duero y su comarca desde hace días. El evento que transforma la capital ribereña y que genera un movimiento económico, de personas y cultural inigualable.
Hace semanas que el recinto del Picón comenzó su transformación, con la construcción de un módulo de 234 baños fijos, dentro de un proyecto de la organización a cuatro años en los que invertirá 1,7 millones en este recinto, que supondrán un ahorro de 100.000 euros al año del presupuesto total que maneja Sonorama Ribera, que este año alcanza los siete millones, uno más que el año pasado.
Un espacio pensado para acoger a los más de 35.000 sonorámicos diarios que esta vez ha variado su disposición para ganar en comodidad. «Vamos a mejorar los accesos y hemos ganado 10.000 metros dentro, o sea, para que la gente se haga una idea es el espacio que necesitan 30.000 personas», remarca Javier Ajenjo, director del festival. Esto se ha logrado, entre otras cosas, montando los escenarios sobre la calzada de la carretera Valladolid y sacando la zona reservada a la hostelería a la vecina terminal de mercancías.
Para atender todas las necesidades de esa pequeña ciudad del recinto del festival, y a los que la van a visitar hasta el sábado, habrá un ejército de trabajadores. «Creamos más de 1.400 puestos de trabajo directos, más allá de los de las empresas y la hostelería», apunta Ajenjo, de los que 600 son camareros «muchos de ellos jóvenes arandinos», pero hay también 300 de seguridad, 60 para los controles de acceso, 50 para atención de artistas..., y una larga lista.
Entre eso y la situación de todo lleno en alojamientos en toda la comarca y establecimientos de hostelería, la organización calcula que el impacto económico directo en la comarca rondará los 20 millones de euros, además de los 15 millones de impacto mediático. Porque Aranda va a ser un punto indispensable al que mirar desde hoy hasta el domingo, cuando se complete el cartel musical en los escenarios urbanos. «Hay que molestar para que una ciudad esté viva; molestar y sentir molestias, porque parece que solo vemos eso pero no todos los beneficios, lo bueno no se nota, lo malo se nota demasiado ese es el problema», reflexiona Ajenjo consciente de que el día a día de Aranda se transmuta estas jornadas y vuelve a pedir que vecinos y empresarios pongan en la balanza los positivo y lo negativo para valorarlo en su justa medida.
(Más información sobre este tema, el calendario de todos los conciertos y los artistas arandinos que actuarán, en 5 páginas en la edición impresa de este miércoles de Diario de Burgos o aquí)