Las últimas crecidas en el Duero responden a una situación normal dentro del ciclo del río. El aumento del caudal está directamente relacionado con la meteorología y las últimas lluvias han provocado que el cauce registre niveles máximos de capacidad y el agua haya ocupado las zonas de ribera que habitualmente no estamos acostumbrados a ver cubiertas.
Estas avenidas del río se gestionan y controlan desde la propia Confederación Hidrográfica. Los cauces tienen niveles mínimos y máximos, y en este último, se encuentra actualmente el Duero, en lo que se conoce como dominio público hidráulico. «Hasta donde está llegando el agua es el espacio natural, a partir de ahí comienzan a marcarse las zonas de servidumbre y las de policía, que ya exceden la ocupación habitual», explica Candelas Iglesias, Licenciada en Ciencias Ambientales y agente medioambiental.
Según Iglesias la situación actual no presenta ninguna anomalía y se produce de manera periódica. «El río debería tener crecidas así cada uno o 2 años y no cada cinco, como nos estamos acostumbrando», aclara y añade que este tipo de eventos realizan una acción imprescindible para que el Duero continúe con la excavación de su cauce natural.
Asegura que cada uno de los ríos cuenta con sus estudios hidrogeológicos que permiten saber el área y saber qué comportamiento va a tener. Además, existe otro evento, menos habitual que se conoce como 'periodo de retorno'. En el caso del Duero, que tiene alrededor de 15 millones de años, las crecidas que corresponden a este fenómenos ocurren, aproximadamente, cada 500.
La última inundación de estas características, sucedió unos 50 años atrás y aún puede verse reflejada en el Monasterio de La Vid. «El agua salió de su cauce y alcanzó 1,2 metros de altura, los monjes tienen una marca para mostrar hasta donde llegó», relata Iglesias.
A pesar de las crecidas vividas en los últimos días y de las alertas emitidas por la CHD, la cuenca burgalesa del Duero no ha presentado grandes problemas, más allá del cierre de riberas y parques cercanos al cauce.
Mientras los registros de la CHD marcan una tendencia a la baja tanto del caudal como de la altura del río a su paso por la comarca, los alcaldes de los municipios por los que atraviesa el Duero se muestran tranquilos. «Aquí el cauce está muy encajado, es muy difícil, por no decir casi imposible que llegue el agua hasta el pueblo», apunta Gustavo García, alcalde de Fresnillo. Visión que comparten sus homólogos de La Vid, Alberto Iglesias, o, en el otro extremo de la comarca, de La Cueva de Roa, Ignacio Arranz, que sólo ve peligro «en una presa que se ha formado con troncos».