El consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, reiteró ayer lo que ya adelantó este periódico en su edición del sábado: la empresa constructora del centro de salud del Silo, Urbas, tiene que mandar «esta semana» un cronograma «detallado» de la obra si se quiere evitar la rescisión del contrato. Ninguna de las partes, en teoría, tiene interés en llegar a esta situación, que conllevaría varios años de retraso para una infraestructura que ya debería funcionar. Pero una cosa son las palabras y otras los hechos, y de ahí que Vázquez recalcara ayer, antes de la inauguración del Congreso de Coordinadores de Trasplantes de España, que «han quedado en darnos esta semana el cronograma; vamos a valorarlo y a ver si la voluntad de mantener la obra, que expresan continuamente en las reuniones, se lleva a efecto».
El centro de salud Federico García Lorca se abrió a mediados de los años ochenta en un bajo de la calle del mismo nombre con el propósito de que esa ubicación fuera temporal. Casi cuarenta años después, el centro de salud sigue en el mismo sitio, sin espacio suficiente para que los profesionales presten la asistencia y con unas casetas de obra -«módulos», en la jerga oficial- como prolongación de las consultas para las que no hay superficie física dentro del centro de salud.
En los últimos cuatro años se han producido un cúmulo de sucesos con idénticas consecuencias: paralización de las obras en la parcela elegida junto al Silo de Capiscol para el inmueble que iba a albergar el nuevo centro de salud.
La adjudicataria inicial, Vialterra, pidió en 2019 un aumento del importe que iba a cobrar por la obra de más de un 9,5%, lo cual conllevó la rescisión del contrato y años de paralización. Cuando Alejandro Vázquez se puso al frente de la Consejería de Sanidad, en diciembre de 2021, el proceso se reactivó: volvió a adjudicarse a CHR y los operarios volvieron al tajo. Hace unos meses esta empresa fue absorbida por Urbas y los trabajos, que ya se habían ralentizado, otra vez suman varias semanas de paralización.
«El hecho ya no es que agoten la paciencia tanto del consejero como de los vecinos», dijo Vázquez ayer, «es que romper el contrato supone un retraso muy importante. Y por eso quiero dar la oportunidad y ver si, efectivamente, [la empresa Urbas] cumple con lo que dice».
Motivos para la rescisión «hay muchos», señaló Vázquez, pero no se quiere llegar a esa situación. «Ellos han vuelto a manifestar su voluntad de continuar. Nosotros hemos pedido el cronograma esta semana, pero si no se lleva a efecto, habrá que proceder». El plazo límite se agota en menos de 15 días.