El inquilino del bar Nuevo Orfeón, situado en los bajos del edificio, ya no sabe a qué puerta llamar ante la situación que sufre desde hace años. No solo lleva mucho tiempo soportando el andamio que cubre la fachada de su negocio, con la incomodidad que supone para sus clientes, sino también la suciedad que se está acumulando en la red instalada a la altura del primer piso. 

El hecho de que algunas ventanas estén rotas hace que la zona se convierta en un refugio para las palomas y se llene de sus excrementos. «El andamio no me queda otro remedio que tenerlo pero por lo menos pido que se limpie la suciedad que hay sobre él», indicó Nacho Galarón. 

El hostelero recuerda que lleva más de cinco años aguantando esta situación pero los dueños del inmueble no han dado ni un paso para su arreglo, más allá de poner testigos de madera en algunas de las ventanas para sujetarlas pero le preocupa la situación en la que se encuentran los miradores. «La gente tiene miedo a entrar en el negocio al ver la situación en la que se encuentra la fachada», añadió, al tiempo que lamentó que la situación se haya demorado como consecuencia de la judicialización de la declaración de ruina. 

Lleva años presentando escritos en el Ayuntamiento acompañados de fotografías de la acumulación de suciedad y de las situación ruinosa de la fachada pero no ha recibido respuesta. 

Se da la circunstancia de que el propietario del local que ocupa el negocio de hostelería no es el mismo que el del edificio, lo que complica todavía más la situación. «Desde el Ayuntamiento nunca me han respondido. No pido mucho, solo que se limpie. Incluso yo estaría dispuesto a limpiarlo pero no puedo hacerlo».