Hace justo un año el pesimismo se adueñaba del campo burgalés al ver cómo sufrían unas tierras que necesitaban agua de forma urgente mientras las lluvias seguían sin hacer acto de presencia, a lo que se sumaba el gran daño causado por las heladas. Todo apuntaba en ese momento a una mala cosecha y, también con ayuda de las múltiples granizadas, se acabó convirtiendo en una de las peores que se recuerdan. Tras dos campañas marcadas por la sequía, la esperanza está puesta en este 2024 en un cereal que parece que ha revivido y que ya muestra su esplendor con los colores propios de la época.
Manolo Cuesta mostraba en abril del año pasado en su pueblo, Arenillas de Riopisuerga, esa mala situación del campo. «Hace falta un milagro para salvar esto. Si no llueve no se va a cosechar», decía el agricultor en ese momento. Las máquinas pudieron entrar finalmente a recoger el cereal, pero la producción se quedó en unas 840.000 toneladas en la provincia. Una campaña normal suele llegar a los 1,5 millones, por lo que la cifra de 2023 quedaba muy lejana. Aún resulta pronto para hacer predicciones y todo puede cambiar de aquí hasta la época de cosecha, ya que como explica el propio Cuesta -ahora sobre unos terrenos que lucen espectaculares- los meses de mayo y junio resultan decisivos.
«Todo depende de lo que ocurra hasta mediados de junio, tiene que llover; que esto lo ves así ahora y puede perder la mitad de la cosecha», asegura Cuesta. En este municipio, ubicado entre Melgar de Fernamental y Castrojeriz, también sufrieron el año pasado una importante granizada que arrasó con gran parte del cultivo. Así, confía en que haya temperaturas suaves y en que no se repitan las granizadas y las fuertes heladas. Para obtener beneficios -o cubrir costes- asegura que hacen falta obtener unos rendimientos muy altos debido a que el coste de la campaña volverá a resultar muy elevado y se ha invertido demasiado dinero en ella.
A estas alturas en 2023 había serias dudas de si se iba a poder sembrar el girasol, ya que para ello se requiere que las fincas tengan suficiente humedad al tratarse de un cultivo que cuenta con una raíz muy profunda y que durante el verano se aprovecha de ello. «Ya se está preparando todo para ponerlo, pero también hace falta que llueva más para que nazca», asegura ahora Cuesta. Aún resulta imposible saber las hectáreas que se destinará a la pipa en Burgos, pero lo que parece claro es que los agricultores volverán a apostar por ello debido a que los abonos siguen muy caros.
La inmensa mayoría de zonas de la provincia burgalesa se encuentran muy bien en estos momentos, aunque desde los sindicatos sí mencionan que en Bureba no ha llovido lo suficiente y que en Páramos cuentan con muchas tierras que ya no pueden absorber más litros de agua. «Los meses clave siempre son abril, mayo y la primera quincena de junio, no tiene que llover en exceso, pero hacen falta cuatro chaparrones a tiempo», expone Esteban Martínez, presidente de Asaja, que reconoce que los cultivos están bien. Susana Pardo, presidenta de la UCCL, dice que «puede venir una cosecha buena, aunque en la zona norte ha llovido mucho menos y ya me ha comentado algún agricultor que tenía problemas con las colzas». Confía en que unos buenos rendimientos impulsen la recuperación de un sector en crisis.
Precios muy bajos. El precio del cereal ha descendido en gran medida y esa es una de las cuestiones que más preocupa a los profesionales del sector. Precisamente, el exigir unos precios justos ha sido una de las principales reivindicaciones durante las múltiples manifestaciones que se han realizado estos últimos meses. «Se importa sin control y queremos que nuestras explotaciones vuelvan a resultar rentables», defiende Manolo Cuesta. En ese mismo sentido, Susana Pardo argumenta que «los precios en el mercado están bajando bastante y es a consecuencia de lo que se trae de fuera a precios muy bajos, compitiendo de manera desleal con nosotros».
La cotización actual del trigo se sitúa en 205 euros la tonelada y la cebada se queda en 196, según la Lonja de León. Hace justo un año, el trigo alcanzaba los 277 euros por tonelada y la cebada llegaba a 255.
Diego Saldaña, coordinador de Coag, explica que la cantidad de agua que ha caído este invierno le ha sentado fenomenal al campo. «En Semana Santa cayeron unos 40 litros y parece que la próxima semana volverá a llover, así que si todo va bien tendremos una gran cosecha en comparación a los dos últimos años», avanza. Gabriel Delgado, de UPA, manifiesta que «el campo está con salud», mientras lamenta que «el producto no vale nada» cuando todos los insumos «están a un precio desorbitado». De momento, «sueña» con una buena cosecha, aunque sabe que queda mucho tiempo para eso.
«Nos jugamos mucho en esta campaña. Van dos años malos, con precios bajos y abonos caros», expone Esteban Martínez, que cree que si no se obtienen buenos rendimientos lo van a pasar mal gran parte de los agricultores burgaleses para seguir con sus explotaciones.