Todo cambio educativo genera incertidumbre y si además se produce en segundo de Bachillerato, crece el desasosiego y se disparan los nervios. Es el escenario que viven actualmente muchos alumnos de este nivel ante la llegada de la nueva EBAU, principalmente aquellos que aspiran a entrar en grados con una elevada nota de corte. La primera variación tiene que ver con su denominación, al convertirse ahora en la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), aunque las que más importan pasan por su forma y fondo. La UBU, miembro de la comisión coordinadora, pide tranquilidad a los estudiantes ante el estreno de esta evaluación, mientras que los profesores de Secundaria anticipan que contará con una menor optatividad y un mayor carácter práctico, si bien la perciben como «factible y asequible» en una primera valoración a partir de la documentación ya publicada por la Consejería de Educación.
Esta tiene que ver con los criterios generales de corrección, los contenidos (matrices de especificaciones), las estructuras orientativas de los exámenes y, sobre todo, los modelos 0 de estos, de los que hasta el momento se conocen siete de una treintena de asignaturas, entre ellas los de idiomas. Para el director del colegio Santa María la Nueva y San José Artesano, César Martínez, el conocimiento de estos documentos, en su caso el de Historia de España al ser especialista en la materia, genera tranquilidad. «Coincide con lo que estamos trabajando y todas las preguntas se ajustan a los referentes que teníamos desde abril del curso pasado», explica, no sin pasar por alto que «se ha reducido bastante la optatividad». Esto quiere decir que habrá opciones de elegir en cada pregunta, pero no tantas como la EBAU planteada desde la pandemia.
Lo mismo opina Tomás Gómez, profesor de la misma asignatura en el Enrique Flórez y miembro del grupo coordinador del examen de 2024, quien a lo ya manifestado por Martínez, añade la incorporación de un ejercicio práctico, respondiendo así a esa evaluación competencial que recoge la Lomloe de aplicación de los conocimientos adquiridos. «Puede que exista una mayor complejidad en el nuevo modelo, pero no dificultad», manifiesta. No obstante, reclama a los responsables educativos que «acoten» los contenidos objeto de estudio dada la extensión del currículum de esta materia, teniendo en cuenta que, según sostiene, en otras Comunidades «se aborda la Historia desde el siglo XVIII hasta la actualidad y aquí el temario comienza en la época romana».
No es el único docente que pide esa concreción de contenidos susceptibles de incluir en los exámenes. También lo hacen docentes de Filosofía como Cristóbal Álvarez, director de Jesuitas. «Si entra todo, sería una locura. Estamos hablando de más de 30 autores», sostiene, insistiendo en una selección previa de textos y autores, si bien considera que la prueba 0 ya publicada responde en esta materia a un «modelo clásico» en el que no percibe que las preguntas recogidas midan «cómo el alumno usa su conocimiento en contextos reales".
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