El buen rollo que se le presumía a la presentación de unas fiestas de barrio terminó con cierto acaloramiento cuando la concejala tuvo que responder a una cuestión que los vecinos llevan más de dos décadas reclamando. La culpa la tiene la cecina, o más bien su preparación, que ayer comprobamos puede resultar indigesta.

Al menos desde 2003 la asociación de vecinos del barrio de San Pedro de la Fuente y Fuentecillas viene pidiendo a los gobiernos de todos los colores un espacio digno donde poder preparar la cecina que reparten cada 22 de febrero. Las mujeres que se encargan de hacer el guiso lo hacen donde pueden, les prestan o ceden, casi siempre en lugares donde no tienen agua caliente para lavar los pucheros y tampoco calefacción. Aún así cada año cocinan los tropecientos kilos que toquen (esta vez son 80) para respaldar una fiesta que en 2023 consiguió el título de Interés Turístico Regional.

Fue al plantear esa cuestión cuando se desató la polémica. Y el atragantamiento. Porque después de que la concejala de Festejos, Carolina Álvarez, hubiese dado cuenta de la programación y la aportación municipal (19.000 euros esta vez), desde Diario de Burgos nos interesamos por esa reclamación histórica de los vecinos. Y la respuesta no gustó a la asociación.

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