Un viaje a Valdivielso desde el alma

A.C. / Quintana de Valdivielso
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Claudia Costa y Rocío García promueven retiros en los que muestran parajes de su infancia y ofrecen herramientas para el autocuidado con el yoga y la meditación

Claudia Costa, en la terraza de la Torre de San Martín, con vistas espectaculares a Valdivielso. - Foto: A.C.

Con varios clic en internet se puede organizar un viaje casi a cualquier parte del mundo. Pero después están los que tienen alma, los que ofrecen personas, como Claudia Cano García y su tía Rocío García, quienes están dispuestas a desgranar todos sus recuerdos y conocimientos para quienes deseen acercarse a los lugares y sabores de su infancia, a los pequeños secretos que solo conoce quien ha vivido y amado una tierra. Juntas acaban de comenzar a organizar retiros de fin de semana en la Merindad de Valdivielso, uno al mes, de momento, en los que combinan yoga, meditación, senderismo y gastronomía local, entre otros ingredientes, para ofrecer «un espacio de calma» en medio de la vorágine del día a día y herramientas de autocuidado personal.

Claudia Cano, de solo 27 años, es la tataranieta del fundador en 1913 de La Taberna de Cata, en Condado de Valdivielso. Sus padres la reabrieron en 2011. Vive a caballo entre Burgos y Condado, donde todos la conocen por su carrera musical, que cada vez coge más ritmo con Malavara, donde toca la guitarra y canta. «Me siento muy orgullosa de decir que soy de pueblo, algo que ahora es muy difícil y que valoro muchísimo», asegura. Siempre ha sido embajadora de Valdivielso, como su tía. Hasta allí ha llevado a multitud de amigos. Ahora lo ha empezado a hacer desde un proyecto profesional. «Tenía mucha ilusión por montar algo aquí con mi tía porque nos encanta el Valle y es una forma distinta de enseñarlo», relata.

Un curso de emprendimiento para mujeres en el mundo rural ayudó a perfilar la idea 

Una de las sesiones de yoga con Ángel Escalada, en el último retiro. Una de las sesiones de yoga con Ángel Escalada, en el último retiro. - Foto: A.C.


Un curso de emprendimiento para mujeres en el mundo rural de la Fundación Oxígeno le ayudó a trabajar mejor la idea de ofrecer una experiencia en Valdivielso, que terminó modelada en forma de fines de semana de retiro. «Hay muchos retiros en España, pero teníamos que buscar la diferencia y la nuestra es el concepto de lo local, nuestra conexión con el entorno, además de los grupos reducidos», describe.

Graduada en Estudios Internacionales y Ciencias Políticas y con una carrera musical que ahora enfoca al swing, esta polifacética emprendedora se formó también como profesora de yoga en Buenos Aires, donde cursó un Máster en Estudios de Género, y de donde regresó en mayo pasado. De momento, en los retiros cuenta con la experiencia de más de una década y la profesionalidad de Ángel Escalada López, pero toma nota. Las sesiones de yoga del retiro son aptas incluso para quienes nunca han practicado esta disciplina.

Sin piloto automático. Los retiros de 'Yoga en el Valle', como ha bautizado su propuesta, persiguen interrumpir el «piloto automático» en el que discurre el día a día de casi todos y ofrecer herramientas para practicar la atención plena mediante la meditación, «algo tan simple como concentrarse en como estoy respirando, qué sonidos hay en el ambiente y estar más presentes», explica Claudia. El escenario es extraordinario, porque la jornada comienza con unos momentos de contemplación y de saludo al día que acaba de arrancar desde la azotea de la Torre de San Martín de Quintana de Valdivielso, donde se han alojado los dos primeros grupos en febrero y marzo. Después llega el yoga y el desayuno. Pero ya en la cena del viernes han probado los productos locales  y se ha abierto el debate sobre lo que comemos o de dónde vienen los alimentos para dejar atrás «las comidas a toda prisa».

Los paseos y rutas por Valdivielso forman parte del programa. Los paseos y rutas por Valdivielso forman parte del programa. - Foto: DB

En este retiro no falta el pan de leña de Quintana de Valdivielso, los quesos artesanales del Carluque de Valdenoceda, las frutas de temporada locales, los huevos de granjas del municipio o la mermelada de la abuela Matilde. Sabores «inaccesibles para quienes viven en una ciudad», admite Claudia. Junto a todo ello llegan los paseos, las rutas de senderismo a lugares mágicos, como la cueva de Sagredo a pocos kilómetros de Condado, donde esta joven caminaba sola con su perro con solo 8 años. Pero son rutas, en las que por momentos se invita al silencio, a conectar con el suelo que se pisa.

De momento, han sido muchas más mujeres las que han acudido a sus retiros, la mayoría llegadas de Madrid. La explicación, para Claudia, deriva de que «el autocuidado se enfoca más a la mujeres, porque tradicionalmente han tenido doble o triples responsabilidades, casa, cuidados a familiares y trabajo profesional, lo que conlleva más estrés». Su propuesta ofrece herramientas a esas personas «para empoderarse y preguntarse qué necesitan». Si dan con la respuesta,  habrán logrado el objetivo que persiguen con 'Yoga en el Valle'. Si no, también pueden volver a intentarlo en una estación diferente. En primavera los retiros en Valdivielso ofrecerán los cerezos en flor, en verano los baños en el Ebro y en otoño la micología. Claudia y Rocío ya lo tienen todo pensado.