Con los restos encontrados hace dos años en la cueva del Portalón, en los yacimientos de Atapuerca, hasta ahora solo sabíamos que se trataba del esqueleto completo de un niño o niña de unos siete años de edad (el sexo es difícil de determinar en huesos tan pequeños), que vivió en la Sierra hace 4.500 años (en el periodo Calcolítico) y que los restos fueron hallados junto a los de un cervatillo.
El estudio y análisis de los dientes y los huesos más largos ha sacado a la luz el «historial médico» del pequeño. La investigación la han llevado a cabo María Castilla, José Miguel Carretero, Ana Gracia y Juan Luis Arsuaga, del Equipo de Atapuerca y la Universidad de Burgos, y sus resultados se han publicado en la Journal of Anthropological Sciences.
En el artículo explican que los indicadores de hipoplasia de esmalte, cribra orbitraria y líneas de Harris (aquellas marcas que quedan en los fósiles y que identifican cuándo se ha detenido el crecimiento) demuestran que el niño (hablamos en masculino, pero el sexo sigue sin determinar) sufrió dos enfermedades metabólicas asociadas a la malnutrición. Cuando tenía entre 1 y 3 años padeció raquitismo y después, entre los 3 y los 5 años, sufrió escorbuto. Se trata de dos crisis muy seguidas que pudieron hacer mella en la salud del pequeño y determinar con ello su temprana muerte, aunque ese dato no se ha podido confirmar con el estudio de los fósiles. «Seguramente estas enfermedades le dejaron debilitado, pero es imposible conocer si como consecuencia sufrió alguna infección que le causó la muerte», señala José Miguel Carretero.
También las causas que provocaron tales lesiones en el esqueleto son difíciles de determinar. Los investigadores las asocian a varios factores como la lactancia materna y en general la salud de la madre, la disponibilidad nutricional después del destete, aspectos medioambientales (bacterias y parásitos), higiene, etc.
Lo que sí revela el estudio de estos fósiles son las condiciones de vida de unos pastores que tuvieron que adaptarse a convivir con el ganado; y eso tuvo unas consecuencias que pudieron influir en la malnutrición del pequeño. Las poblaciones del Calcolítico mantuvieron una dieta menos variada al vincularla a la agricultura y se expusieron a enfermedades que transmiten los animales. Además, por un estudio anterior se sabe que estos homínidos no estaban adaptados a digerir la lactosa más allá de los 3 años, lo que también encaja con estas crisis metabólicas.
Próximas excavaciones
Una vez estudiado el esqueleto completo del Niño del Portalón falta conocer el tipo de enterramiento y el ritual funerario. Esa investigación que ahora comienzan se realizará en paralelo a las excavaciones en este yacimiento, que ya ha traspasado el Calcolítico.
«Empieza una fase interesante -sugiere Carretero-. Nos adentramos en la parte más antigua del Holoceno. Entramos en el Neolítico estricto. El año pasado nos quedamos ahí, después de despejar el área de piedras y rocas con micro voladuras. Y este año empezamos a excavar en una zona de mucho interés porque es de la que menos información tenemos. La cosa promete», añade.