La pequeña localidad de Cornudilla atraviesa uno de los veranos más complicados de las últimas décadas al sufrir una importante carencia de agua potable. El presidente de la junta vecinal, Julián Calvo, se ha planteado solucionar el problema antes del final de la legislatura y construir una captación en la Sierra para la que invertirá el presupuesto local de los próximos dos años. Desarrollar un proyecto de tal envergadura supondrá aparcar las inversiones planteadas, como la pavimentación de calles y la mejora de espacios comunes.
La escasez del bien más preciado provocó que desde el pasado año quedara totalmente prohibido utilizarlo para hábitos diferentes del consumo humano. Así, los vecinos que lo emplearan para llenar piscinas, lavar vehículos o regar jardines y huertas serían sancionados con hasta 750 euros. La medida surtió efecto, aunque el depósito de agua no consigue llenarse por completo ni en invierno. La corporación llegó a plantearse cortar el suministro durante la noche, pero finalmente se decantó por «pedir ayuda a la administración provincial», declara a este medio el presidente de la pedanía.
Con una población cuadriplicada en los meses de verano, desde el 8 de agosto y en cuestión de 30 días Cornudilla ha requerido la dotación de 22 camiones cisterna de la Diputación, que ha enviado un total de 352.000 litros, los últimos 34.000, el viernes. Aun así, Calvo reconoce que «no es suficiente» y que con esta medida tan solo se logra aliviar el problema «simplemente durante unos días», declara el regidor con tono de preocupación.
En cifras, esta cantidad de agua supone un coste de 13.200 euros -de los cuales el 80% financia la Diputación y el 20% afronta el pueblo- que deberá abonar íntegramente en septiembre. «Esta cantidad supone una cuarta parte de nuestro presupuesto anual y pensamos adelantar los cobros del arrendamiento del coto de caza y de las fincas municipales para obtener financiación ahora», manifiesta el regidor.
El único depósito de agua se encuentra prácticamente vacío -a pesar de que no hayan encontrado desperfectos- y posiblemente necesiten más apoyo hasta que llueva más de continuo. Los tres manantiales que suministran agua a la localidad están «más secos que nunca», asegura el alcalde, y apenas «entran 13.250 litros por día. En las mismas fechas de hace solo un año llegaban al depósito más de 24.000 diarios», añade.
La solución planteada por el equipo de gobierno se basa en realizar nuevas captaciones en la zona de la Sierra, próxima al pueblo, cerca de un manantial que quedó abandonado hace años, en vez de en áreas próximas a las tierras de cultivo para evitar que esa agua contenga nitratos. La entidad local menor ha recurrido a la subvención del Ciclo Integral del Agua de la institución provincial y con la partida que el Consistorio oniense destina a cada una de sus pedanías pretenden «ejecutar las actuaciones necesarias», sentencia el burebano con esperanza de mejorar la calidad de vida del más de medio centenar de vecinos que residen en el pueblo a diario.
La junta vecinal ha recomendado en varias ocasiones no beber agua del grifo por exceso de nitratos y la presencia de bacterias coliformes porque los niveles superaban con creces (más de 100mg/l) el límite máximo de nitratos, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el nivel permitido es de 50 mg/l, el valor establecido para prevenir el efecto tóxico a corto plazo.
Otros pueblos. Quintanilla San García, Reinoso, Los Barrios de Bureba y Solduengo son otras de las poblaciones que han recurrido a los camiones cisterna de agua para sobrevivir al verano. Las dos últimas han necesitado 96.000 y 32.000 litros, respectivamente, en agosto, y el alcalde, Daniel Fontes, también ha prohibido regar huertos y llenar piscinas.