Jon Pérez Bolo fue rotundo tras la derrota en Valladolid. «No hemos sido contundentes en las áreas». Y ese es el resumen de un partido cuyo 3-0 puede resultar exagerado, pero que castiga la falta de equilibrio que muestra el equipo burgalés, sobre todo fuera de su campo. El Burgos CF se mostró débil y frágil en defensa y poco contundente en ataque, problema que se arrastra desde el inicio de temporada en sus desplazamientos. Y fruto de ello es que todavía no ha logrado puntuar lejos de El Plantío y se mantiene en la zona media de la clasificación gracias a la brillantez ante su público.
Es indudable que con Jon Pérez Bolo el Burgos genera mucho más juego, crea muchas más ocasiones y de ahí sus once goles, de los que siete los ha conseguido en casa. El magnífico estado de forma de Curro Sánchez, la calidad de Fer Niño o las llegadas de jugadores como Dani Ojeda han generado esta transformación.
Sin embargo, pese a estos siete goles en El Plantío, la sensación que queda es que se podían haber logrado algunos más, dado el dominio que ha ejercido en sus partidos. Pero ha fallado algunas ocasiones claras. Y eso que esta temporada la nómina de futbolistas de ataque es mucho más completa que en anteriores campañas. Cuenta con dos delanteros de entidad como Fer Niño o Edu Espiau y gente por detrás con gol, como los ya mencionados Curro y Ojeda o Bermejo.
Pero realmente el problema radica atrás. Acostumbrados al férreo sistema de Julián Calero, ahora el Burgos arriesga mucho más, también fuera de casa, y el mejor ejemplo se vio en el primer gol del Real Valladolid. El Burgos salió en Zorrilla a jugar de tú a tú al Real Valladolid, con la defensa adelantada, defendiendo hacia arriba y en una pérdida de balón se generó el gol pucelano, con la zaga a muchos metros de José Antonio Caro.
Reaccionó el Burgos en busca del empate. Lo pudo lograr Edu Espiau, de cabeza, pero llegó el 2-0, más mérito de Monchu que demérito de Caro por la brillantez del disparo. Se repitió la historia nada más comenzar la segunda parte, con un Burgos volcado para reducir su desventaja y una ocasión de Edu Espiau clarísima, la más clara de todo el partido, que pudo llevar la emoción al partido.
No es la primera vez que estos problemas defensivos restan puntos al Burgos. Ya le pasó, por ejemplo, en Gijón, donde mereció el empate y encajó un tanto absurdo en el descuento cuando el equipo estaba atacando en lugar de proteger un punto que hubiese sido muy valioso. También en Albacete pagó sus errores y se quedó de nuevo a un tanto de sumar un punto.