Las 95.000 hectáreas de extensión del Geoparque de Las Loras no solo están cinceladas por la naturaleza, también por el hombre. Su riqueza ecológica eclipsa en ocasiones las huellas que la ocupación humana ha dejado a lo largo de los siglos en este territorio y que, poco a poco, se van recuperando para aportar valor añadido a los visitantes, y también a los vecinos de esta comarca entre Burgos y Palencia. El Ayuntamiento de Villadiego prevé que el castro de Icedo sea la próxima y valiosa incorporación, que permitiría conocer mediante su visita cómo vivían sus antepasados en el siglo V antes de Cristo.
Este será el futuro del yacimiento de Peñas de Valdecastro. Para su diseño tienen que estudiarse antes todos los materiales que se han obtenido en la tercera campaña de excavación, que acaba de concluir el equipo liderado por Jesús García Sánchez, investigador del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM-CSIC), y Víctor Vicente García (Veterum Arqueólogos), con el apoyo de la Diputación de Burgos y el Ayuntamiento de Villadiego.
El de Icedo presenta muchas similitudes con el castro de La Ulaña (Humada), considerado el más extenso de Europa y excavado hasta 2012 por profesores y estudiantes de la Universidad de Cantabria, en el que precisamente empezó su trabajo en la zona García Sánchez. De dimensiones «más reducidas, conserva muy bien la muralla y una puerta de acceso con forma de embudo al norte», que este año ha terminado de aflorar, con la localización de un pequeño agujero en el suelo que consideran pudo ser donde encajaban un madero para hacer de puerta de acceso, «exactamente igual que la que encontramos en La Ulaña», recalca.
Villadiego sumará un castro del siglo V a.C. al GeoparqueLa muralla tiene entre 4 y 6 metros de ancho y está construida en forma de embudo, con una boca muy abierta y se va cerrando, «para obligar a los visitantes, pacíficos o armados, a cruzar un estrecho pasillo empedrado» si querían entrar al castro. En 2021 afloró el lateral exterior y el año pasado el lado interno del muro.
No obstante, el grueso del trabajo se ha centrado en un hallazgo al que llegaron un poco por casualidad, después de que algún animal hiciese un agujero y dejase al aire manteados de paredes de barro de una cabaña. Tiene planta ovalada, «algo recortada en el terreno geológico» y unas piedras como zócalo, sobre las que habían construido un muro. «Uno de los objetivos pasa por investigar cómo está construido, pensamos que pudo tener una estructura de madera y entre las vigas relleno de barro», apunta García Sánchez. Han encontrado varios enlucidos de pared que junto con todos los materiales recopilados servirá para intentar fechar la construcción con más precisión, entre el siglo V y el I a.C.
«Estamos trabajando con colegas de diferentes universidades para completar el estudio y ver qué materias primas tenían en la zona que hayan podido mantenerse conservadas en los propios revestimientos y en la tierra. Para ello vamos a hacer análisis de pólenes, carbones, barros, fitolitos (la parte mineral de las plantas)... para tener un poco de idea de cómo vivía la gente en la Edad del Hierro en las Loras y qué elementos utilizaban para sus casas», apostilla. El derrumbe de la pared de barro ha mantenido en gran estado de conservación las estructuras adosadas al muro de piedra.