Regresar a la Liga Asobal con el equipo de su ciudad es un sueño hecho realidad para Alberto Pinillos. Tras un breve debut hace más de una década, el central arandino, convertido en pieza clave en el ascenso del equipo, repasa su trayectoria y el desafío de mantenerse en la élite.
¿Cómo se sintió al volver a jugar en la Liga Asobal con el Tubos Aranda?
Muy feliz. Jugar en Aranda ya es un privilegio y un honor. Imagínate hacerlo en la Liga Asobal, en la máxima categoría nacional. Es algo con lo que todo el mundo sueña desde pequeño y ahora lo estoy cumpliendo con el equipo de mi pueblo. No se puede pedir más.
Como arandino, ¿qué significa el poder defender los colores del equipo de su ciudad en la élite?
Es un sueño de infancia. Veo a niños mirándome con admiración, pensando: «Joder, qué guay, ojalá sea yo en el futuro». Es una sensación increíble representar a mi pueblo, a Aranda por toda España.
Veo chavales y me miran con cara de «¡ojalá sea yo en el futuro!»
Llegó con el equipo en División de Honor Plata, ¿cuál fue la clave del ascenso?
Todo cambió con la llegada de Javi Márquez. El equipo estaba hundido, íbamos últimos, los datos están ahí. Pero él dio con la tecla. Los jugadores eran buenos, pero mentalmente no estábamos finos. Con su dirección, logramos ascender en la plaza más difícil, en Burgos. ¿En cuanto a mi papel? Yo soy un jugador de equipo que intenta hacer lo mejor para que el grupo funcione bien.
Ha jugado en equipos como el filial del Ademar y en Burgos, ¿cómo han influido en su juego?
Muchísimo. En el Ademar aprendí a ser un jugador de equipo, aunque no debuté en Asobal. En Burgos me hice un nombre en el balonmano nacional, lo que me permitió regresar a Aranda ya consolidado en la categoría de Plata.
Lleva 39 goles en 14 partidos, ¿es su mejor momento?
Puede ser. Me estoy sorprendiendo a mí mismo y la gente también lo nota. Ya no soy ese jugador que no sabía manejar los tiempos o que perdía más balones que era de joven. No sé si es mi mejor versión, pero sin duda es una de las mejores. Espero que se mantenga.
No sé si es mi mejor momento, pero sí considero que estoy en uno de los mejores de mi carrera»
¿Cómo está el vestuario tras la derrota ante el Ademar?
Tocado. Perder nunca gusta, menos de esa manera, con tanta gente en la grada. Sabíamos que era un partido complicado y que perderlo podía entrar dentro de los planes, pero haberlo tenido tan cerca hace que duela un poco más. Pero queda lo más importante: los partidos clave por la permanencia.
Ha mencionado la presión de jugar en casa, ¿cómo la maneja?
Es una presión, claro. Con tantos conocidos siguiéndome, siempre quiero hacerles sentir orgullosos. Pero si fallo, la crítica será con más cariño y de manera constructiva.
¿Cuál ha sido el momento más especial de su carrera?
Sin duda, el 26 de mayo del año pasado en Burgos, cuando logramos el ascenso. Dudo que haya un momento que lo supere hasta mi retirada.
El ascenso del año pasado en Burgos es, sin duda, el momento más especial de mi carrera. Dudo que haya otro que lo supere hasta mi retirada»
Se ha erigido en una referencia para los jóvenes del equipo, ¿cómo los ayuda desde su posición en el vestuario?
Los acogemos con los brazos abiertos. Como a Tobes o Adrián López. No solo en el campo, también fuera. Los integramos en nuestros planes y grupos de WhatsApp. Es clave para su crecimiento.
Su contrato termina al final de la temporada, ¿cuáles son sus planes?
A corto plazo, salvarnos. La liga está apretada, pero podemos lograrlo. A largo plazo, estoy muy contento en Aranda. Si nos ponemos a hablar, seguro que llegamos a un acuerdo rápido para seguir aquí al menos un año más.