Bernadette Soubirous tenía 14 años -y era muy pobre y analfabeta, según cuentan las crónicas- cuando se le apareció la Virgen. Este singular suceso le ocurrióno una ni dos veces sino 18. Corría 1858 y en ese mismo año, mientras en la localidad francesa de Lourdes la adolescente recibía atentamente los mensajes de la madre de Dios -para estupor, primero, y alborozo, más tarde, de quienes la conocían-, el mundo seguía avanzando y se descubrían los rayos catódicos, se realizaban las primeras comunicaciones por cable submarino entre Europa y América y Charles Darwin y Alfred Russel presentaban la teoría de la selección natural de las especies, triunfos de la ciencia que no han impedido que desde entonces miles y miles de personas peregrinen hacia el lugar exacto donde los católicos creen que se produjo este evento. Hay quien lo hace por turismo pero es muchísima la gente que se acerca hasta la gruta con la intención de terminar con enfermedades a las que la medicina no ofrece soluciones. Un grupo de ésta última categoría salió ayer de Burgos.
Lo hizo de la mano de la asociación Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes en una cita que ha cambiado de fecha (antes se hacía coincidir con el puente del Curpillos) y que cuenta con apoyo económico tanto del Ayuntamiento como de la Diputación, que se encargan del gasto de varios de los autobuses que viajan hacia Francia. De hecho, el alcalde, Javier Lacalle, y el presidente de la Corporación Provincial, César Rico, se personaron ayer a las 8 de la mañana en la estación de autobuses para despedir a pacientes, voluntariado y personal sanitario que se montaron en 5 vehículos llenos hasta los topes de víveres, uno de los cuales retrasó su salida al tener que recomponer su luna trasera que se resquebrajó al chocar en un andén mientras aparcaba.
En total, según explicó la presidenta de la Hospitalidad, Teresa Gallego (que afirmó que en uno de sus viajes se produjo un milagro muy cerca de donde ella estaba), la expedición burgalesa está compuesta por 230 personas: 52 pacientes, 104 voluntarios (73 mujeres denominadas ‘enfermeras’ y 31 varones, a los que se llama ‘camilleros’) y el resto, sanitarios, es decir, profesionales auténticos de Medicina y Enfermería. Las voluntarias iban ataviadas con un delantal blanco y una cofia del mismo color, camisa rosa y chaqueta de punto azul. Entre ellas, dos Pilares; una, de apellido Arroyo, con más de 30 años de experiencia en estas lides, casi los mismos que la Hospitalidad lleva realizando el viaje; la otra, Velasco, novata: «Es la primera vez que voy, lo hago porque soy cristiana y quiero ver cómo viven la fe estos pacientes porque es por fe por lo que hacen este viaje».
Y es que, al parecer, es eso, la fe y, de ninguna manera, la desesperación -como bien precisó la presidenta de la Hospitalidad- la que empuja a personas con discapacidad y patologías graves e incapacitantes a iniciar una aventura de estas características en la que podrán bañarse en piscinas con agua milagrosa, beberla y traer botellas casa. Pero no solo se trata de realizar abluciones: El arzobispo, Francisco Gil Hellín preside hoy -a partir de las 9.45- una misa en la misma gruta en la que Bernadette y la Virgen se encontraron, que se podrá seguir a través de internet en www.lourdes-france.org. Además, se celebran procesiones y otros ritos religiosos.
Hasta la fecha, la Iglesia Católica reconoce 69 milagros producidos por intercesión de Lourdes. El último fue en 2013 y consistió en la curación de una hipertensión grave con crisis recurrentes en una mujer de 43 años. Otras patologías a las que ha puesto freno la mano de la Virgen han sido tumores hepáticos y de otros tipos, tuberculosis varias -sobre todo entre finales del siglo XIX y principios del XX, antes de que la aparición de los antibióticos las desterraran prácticamente al hacerlas curables- y muchas enfermedades óseas.
«La clave por la que la gente sigue yendo es la fe, sobre todo, pero es que Lourdes es un lugar que da muchísima paz, se nota que allí ha ido la Virgen y quien se acerca solo piensa en ayudar, en estar con los otros... hasta los turistas se contagian de este ambiente. Lourdes es un lugar especial y por eso la gente repite y repite», manifestó Teresa Gallego, aunque lo cierto es que los 13 autobuses que llegaron a fletarse desde Burgos en algún tiempo se han quedado ahora en 5. El dato de la antigua afluencia lo aportaba la exconcejal del PP Nieves Sanz, que estaba allí más morena que Zaplana y tocada con la cofia blanca de las ‘enfermeras’. También contó que lleva muchos años acompañando a enfermos y que algunos se han enamorado de ella. Finalmente, le prometió a Lacalle traer agua milagrosa «para el partido y para el Ayuntamiento, que falta nos hace».