Ana María Herrero, nacida en Sedano, es una mujer fuerte, de una entereza envidiable si se tiene en cuenta que su hijo se evaporó sin dejar rastro hace casi seis años y no ha perdido la esperanza de encontrarle. La ilusión de que Colombia se lo devuelva es el motor que la mantiene con vida, así como prestar ayuda a otras personas con familiares desaparecidos dentro de la Fundación Quién sabe dónde, del periodista Paco Lobatón. «Sigo peleando como el primer día para que no se le olvide; tenemos que tener fuerza, no podemos decaer en el empeño», resume a este periódico.
Este pasado verano la localidad de Sedano ha vuelto a recordar a Borja Lázaro, que «era muy querido en el pueblo, ya que pasaba allí buena parte de sus vacaciones». En las fiestas patronales, el Ayuntamiento organizó una exposición en el centro de interpretación con las últimas fotografías que hizo a la tribu wayúu, en la península de la Guajira, en la frontera norte entre Colombia y Venezuela. Esa fue la región caribeña donde desapareció el 7 de enero de 2014 el ingeniero vitoriano aficionado al fotoperiodismo.
En muchos momentos de estos casi seis años la madre de Borja ha sentido la necesidad de viajar al Cabo de la Vela para interesarse personalmente por lo que pudo ocurrirle, pero tanto las autoridades colombianas como españolas la han disuadido por tratarse de «una zona peligrosa». No en vano la Guajira es una importante región «donde grupos de exparamilitares y de las FARC compiten por el control del narcotráfico». «Allí no puede ir cualquiera y menos solo; quien viaje ha de hacerlo con protección, con lo que sería una carga para la Policía Nacional colombiana», reconoce Ana María.
En el último encuentro de familias de desaparecidos que organizó la Fundación de Paco Lobatón, la madre de Lázaro lanzó un mensaje claro al Estado español, el de que no puede dejar de exigir a Colombia que continúe con la investigación. «Tenemos el compromiso del Ministerio de Exteriores de que la embajada en Bogotá vigilará para que la búsqueda siga y no se cierre el caso». Ahora bien, Ana María es consciente de la «dificultad» de la investigación, ya que por ahora la Policía del país sudamericano «no tiene ningún indicio». De hecho, Colombia llegó a ofrecer una recompensa por información fiable sobre su paradero.
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