Uno de cada diez infartos ocurre en menores de 50 años

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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El tabaquismo es uno de los factores de riesgo más importantes en pacientes jóvenes pero también el uso de drogas como la cocaína y el cannabis, la obesidad y el sedentarismo

Los participantes solo tienen buenas palabras por los resultados de estos ejercicios. - Foto: Alberto Rodrigo

Los datos son aún provisionales porque Sacyl los cierra en el mes de mayo del año posterior pero, a falta de que se complete la serie, se sabe ya que en 2024 sufrieron un ingreso hospitalario y fueron dadas de alta con un diagnóstico de infarto agudo de miocardio al menos 338 personas (263 hombres y 75 mujeres), de las que 31 (26 hombres y 5 mujeres) tenían 50 años o menos. Los pacientes jóvenes son el 10% del total de quienes sufrieron este evento cardiovascular, un porcentaje que se repite todos los años de los que la Consejería de Sanidad ofrece datos en su portal de transparencia, que es desde 2020. Se trata de unas cifras que no son «inusualmente altas y están dentro del rango esperado en registros más amplios como Regicor (siglas de Registro Gironí del Cor, Registro Gerundense del Corazón) que recoge una de las más amplias muestras de infartos, con su correspondiente seguimiento, desde los años 90», tal y como explica el cardiólogo burgalés David Cordero Pereda, que desarrolla su actividad en el Hospital Ramón y Cajal, de Madrid. 

Esta proporcionalidad de pacientes jóvenes infartados se repite, aproximadamente, en 2023, con 409 afectados y 38 de 50 años o menos; en 2022, con 392 y 43; en 2021, con 409 y 35, y en 2020, con 377 y 36. En total, en el último lustro 1.825 personas sufrieron un infarto agudo de miocardio (506 mujeres, el 27%) y 181, el 9,91% eran jóvenes. ¿Qué razones hay para que este número considerable de personas tengan una patología aguda más propia de colectivos de más edad? Cordero Pereda indica que los factores de riesgo clásicos son los mismos que en edades avanzadas pero tienen un mayor peso. 

Así, subraya que el tabaquismo es el más prevalente en menores de 50 años  y está presente entre el 75% y el 90% de los casos ocurridos en menores de 45, según un estudio publicado por la Revista Española de Cardiología. El resto son la dislipemia (concentración elevada de colesterol y triglicéridos) y niveles altos de LDL (lipoproteínas de baja intensidad,  coloquialmente conocidas como colesterol malo). 

Pesa, además, una historia familiar de enfermedad cardiovascular precoz, el uso de drogas recreativas como la cocaína y el cannabis, factores trombogénicos, es decir, que se padezcan patologías como la trombofilia hereditaria, que es el riesgo aumentado de padecer trombos (coágulos de sangre) o que se produzca una disección coronaria espontánea, una patología poco frecuente que ocurre a partir de un desgarro interno de una de las arterias coronarias que irrigan el corazón.

Todos los años son hospitalizadas por esta causa en la provincia alrededor de 400 personas 


Por grupos de edad, el mayoritario es, en todo el periodo del que hay datos (de 2020 a 24, ambos incluidos salvo los últimos meses del año pasado), el de 61 a 70 años, con 474 personas que fueron dadas de alta por infarto, seguido por el de 81 a 100 años (460), los de 71 a 80 (435) y los de 51 a 60 (369). El pico que se produce de los 61 a los 70 años se debe, según Cordero Pereda, a la acumulación de factores de riesgo que no tienen un adecuado control; el descenso en el tramo de los 71 a los 80 podría explicarse  por la mortalidad previa de pacientes con alto riesgo cardiovascular y el rebote de los mayores de 80 tiene que ver con el envejecimiento poblacional y una mayor supervivencia con los últimos tratamientos. 

En todos estos casos un malestar general, un desplome o un dolor agudo en el pecho provocaron la petición de ayuda médica urgente, un ingreso hospitalario y un periodo de rehabilitación cardíaca, pues así suele ser el itinerario después de sufrir esta enfermedad aguda. A la llegada al centro sanitario lo habitual es hacer un electrocardiograma inmediato, obtener  los marcadores de daño miocárdico en sangre (troponinas) y llevar a cabo una intervención para la apertura de la arteria: cateterismo, tratamiento trombolítico si en las dos horas siguientes no se puede hacer una angioplastia y tratamiento con medicación (anticoagulantes, antiagregantes, betabloqueantes y estatinas).  

La Fundación Española del Corazón define un infarto como la necrosis -o muerte de las células- de un órgano o parte de él por falta de riego sanguíneo debido a una obstrucción o estenosis (estrechez) de la arteria correspondiente, y ante esta situación cuando ocurre en el corazón existen algunas medidas que se pueden tomar de forma preventiva: el control del colesterol, la hipertensión y la diabetes, llevar una dieta equilibrada y hacer ejercicio regularmente, evitar el tabaquismo y las drogas y reconocer los síntomas precozmente. 
ALGUNOS SÍNTOMAS ATÍPICOS. «Los clásicos -explica David Cordero Pereda- incluyen un dolor torácico opresivo irradiado al brazo, a la mandíbula o a la espalda y sudoración fría, náuseas o disnea. Es muy importante destacar que en jóvenes y mujeres los síntomas pueden ser atípicos como dolor en el epigastrio o disnea aislada».

El cardiólogo señala que tanto la tasa de incidencia como la mortalidad por infarto agudo de miocardio han descendido en las últimas décadas. En hombres está en un 20% con un descenso desde el 43% de 1990 y en mujeres, un 15%, veinte puntos menos que en aquel mismo año, según Regicor. El Instituto Nacional de Estadística (INE) refleja que en Burgos fallecieron por infarto 536 personas entre los años 2018 y 2022, de las que 182 fueron mujeres y 354 varones.