La frase «Alemania siempre estará entre los mejores» era un mito que se derrumbó en el Mundial de Rusia, cuando no pasó de la fase de grupos (derrotas ante México y Corea del Sur). La ‘Mannschaft’ necesitaba una catarsis, y aunque la afición clamaba por una regeneración que afectaba al banquillo, fue el propio Joachim Löw el encargado de regenerar al equipo y diseñar la revolución.
El técnico apostó claramente por un cambio generacional, pero controlando la revolución para evitar dejar un páramo a sus espaldas. Fueron siete las jubilaciones anticipadas (Khedira, Özil, Reus, Boateng, Mario Gómez, Müller y Hummels), aunque la buena temporada de los dos últimos ha propiciado su regreso a la convocatoria.
La responsabilidad descansa ahora sobre los hombros de jugadores como Kimmich, uno de los mejores ‘todocampistas’ del planeta a sus 26 años. Bajo su batuta se moverán algunos de los grandes talentos del fútbol europeo: Gnabry, Sané o Goretzka, por ejemplo, ya lo hacen en el Bayern. Cabe destacar el ‘factor Chelsea’, brillante campeón de la Liga de Campeones, que aporta a uno de los centrales de moda (Antonio Rudiger) y la dupla atacante Werner-Havertz. Con todos estos nombres y a pesar de la dureza del grupo, nunca hay desestimar el gen competitivo alemán.