Hace ya un año que el Ayuntamiento de Burgos inauguró las obras del osario del cementerio. Un espacio que, por su estado ruinoso previo a la reforma, era motivo de sonrojo, ya que los trabajadores del Campo Santo se veían obligados a arrojar los huesos desde el exterior para no poner en riesgo su integridad. La situación dio un giro radical con una rehabilitación que culminó en abril de 2023 y que exigió de una inversión de unos 300.000 euros. Eso sí, la actuación quedó incompleta, ya que no era suficiente con que se pudiera acceder al mismo e incluso que se habilitara un espacio para que pudieran trabajar en sus investigaciones estudiantes de medicina forense si no se daba una solución definitiva al suministro de energía eléctrico de este habitáculo subterráneo en el que no penetra la luz del día.
Se decidió que era necesario acometer unas «obras complementarias» y se incluyó una partida de cerca de 50.000 euros en una modificación presupuestaria que se aprobó el año pasado y que sirvió para firmar un contrato menor con la misma empresa que ejecutó la reforma del osario. Los trabajos tendrían como misión colocar en un gran poste unas placas fotovoltaicas que dieran suministro a la instalación.
Tras la realización de los trabajos, la empresa Herrero Temiño remitió una factura de 48.349 euros (IVA incluido) que ha sido rechazada por parte de la Concejalía de Sanidad. En un informe emitido el pasado 22 de febrero se defiende la denegación del pago «ante la reiterada falta de funcionamiento del servicio eléctrico de placas solares».
Dicho de otra manera, el Ayuntamiento no está dispuesto a dar por buenos los trabajos y a pagar la factura hasta que se constate que ese sistema eléctrico funciona de manera adecuada. La empresa, desde el momento en el que pasó la minuta, no parece que opine lo mismo.
Años de dejadez. La reforma del osario se hizo más necesaria que nunca cuando el cementerio municipal cumplió el siglo de vida, ya que las concesiones de las sepulturas se podían conceder por un máximo de 99 año. Es decir, los familiares debían decidir si renovaban el 'alquiler' o si aceptaban que los restos de sus descendientes fueran a parar al osario. En muy poco tiempo se acumularon muchas situaciones de este tipo.
Precisamente los trabajos de rehabilitación del osario, imperceptibles desde el exterior, ya que se encuentra cubierto por un jardín, sirvieron para incinerar infinidad de huesos y poner orden.