El alijo incautado el pasado sábado en la lonja de San Bruno, en Gamonal, no era pirotécnico. El detenido, A.C.R., de 31 años y natural de Burgos, poseía en una plaza de garaje cerrada y sin ventilación unos 60 kilos de sustancias químicas como la hexamina, el perclorato, acetona, pólvora negra casera y materiales para fabricar explosivos. Algunos de gran potencia, según reconoció ayer el capitán de la Unidad Orgánica de la Guardia Civil que encabezó la investigación. No era terrorista, ni tampoco hay constancia de que pretendiese ocasionar daños a terceros.
Pero su habilidad en la fabricación y la cantidad de materiales que almacenaba le convertían en peligroso. Más aún cuando recientemente había recibido 17 kilos para elaborar un gran artefacto con otras personas y que su laboratorio casero estaba en los bajos de un edificio donde viven centenares de vecinos, con comercios cercanos y hasta un parque infantil.
Esa peligrosidad para el barrio de Gamonal es lo primero que destacó el delegado del Gobierno en Castilla y León, Nicanor Sen, que el día anterior había asegurado que la incautación no tenía tanto que ver con los explosivos sino con la pirotecnia. En la presentación de la llamada Operación Marco Polo no mencionó en ningún momento ese término y puso en valor el trabajo realizado por la Guardia Civil de Burgos. Especialmente por haber evitado unas consecuencias trágicas en caso de accidente (...).
(Más información, en la edición impresa de este miércoles de Diario de Burgos o aquí)