Incarsa, Industrias Cárnicas S.A., nació a finales de los 60. Su finalidad fue, básicamente, dar servicio a los carniceros de la ciudad, una actividad que estaba regulada por ley y que obligaba a todos los grandes núcleos de población a disponer de estos servicios.
La idea urgió en 1968, al haber desaparecido el matadero municipal de la avenida del Cid (junto al colegio La Salle), pero no fue hasta 1976 cuando comenzó a funcionar en el naciente polígono de Villalonquéjar. En 1970 se iniciaron las primeras inversiones en Villalonquéjar: se compraron los 25.000 metros cuadrados de suelo que ocupa y se construyó el primer edificio. Hubo que esperar otros cuatro años hasta incorporar la maquinaria a las instalaciones.
Tras una inversión de 700 millones de pesetas, en 1976 comenzó la actividad de sacrificio.
Ayuntamiento. Incarsa no es una empresa municipal como algunos piensan. El Ayuntamiento se limitó a avalar los créditos personales de los accionistas (los carniceros de la ciudad) que levantaron el complejo. Como contrapartida, Incarsa le devolvió el equivalente de 20 millones de pesetas con un porcentaje de los ingresos de las matanzas que realizaban los que no eran socios del matadero y con el pago de una cantidad mensual.
El matadero alcanzó plena actividad antes de desatarse la crisis de la 'vacas locas'. En los 2000 alcanzaba los 250.000 corderos, 18.000 vacunos y 50.000 cerdos sacrificados al año con destino al consumo local y también para la exportación.
El declive de estas instalaciones de origen municipal vino con la industrialización del sector cárnico, la irrupción de los nuevos mataderos y también con los cambios en los hábitos de consumo, que pasaron de la carnicería tradicional al lineal del supermercado.