El lobo acabó en la noche del jueves con trece de las quince ovejas de un corral doméstico ubicado en el casco urbano de Villalaín, a apenas 50 metros de la vivienda más cercana y en medio de las fiestas patronales de la pedanía villarcayesa. Su propietaria, que prefiere quedar en el anonimato tras derramar muchas lágrimas, ha decidido dejar definitivamente la cría de ovejas, a la que antaño se dedicó de forma profesional. Por ello, ha vendido las dos únicas supervivientes a la explotación ganadera profesional que atienden José Antonio Ruiz-Canales y Silvia Sainz-Aja en Villasante de Montija.
Ruiz-Canales, quien compró a esta ganadera de Villalaín las primeras ovejas de lo que ahora es un rebaño profesional de 300 cabezas, la ayudó el viernes por la mañana a superar el trago y atender al agente medioambiental que certificó el ataque de lobo. Todos los animales estaban prácticamente intactos, salvo uno, al que empezó a morder por el estómago. El denominador común de todas las muertes eran los pinchazos de los dientes en el cuello, por donde murieron desangradas. Hay quienes achacan esta conducta a «un lobo joven que está aprendiendo a matar y esa es su afición».
Los animales descansaban en una finca vallada en algunos puntos por un muro de hasta dos metros de altura. Pero no es la primera vez que el lobo trepa o excava para sortear los vallados y adentrarse en los terrenos donde pastan las ovejas.
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