Ha pasado décadas en el más absoluto olvido, abandonada a su suerte, desconocida incluso su existencia por la inmensa mayoría de la gente pese a su singular arquitectura y a la ubicación en que se halla: es complicado imaginarse que entre Burgos y Cantabria, asomándose al embalse del Ebro, al mar de Castilla, se encuentre erigida nada menos que una pirámide a la manera (salvando las evidentes distancias) de las que existen en Egipto o en México. Ha tenido que ser una polémica -su eliminación o su conservación- la espoleta que ha detonado un fenómeno al que han contribuido las redes sociales con su eco infinito y atronador: la Pirámide de los Italianos, ese extravagante mausoleo que se construyó en lo alto del puerto del Escudo a la memoria de los legionarios italianos caídos en combate durante la Guerra Civil apoyando al bando sublevado, se ha convertido en un hito turístico de primera magnitud.
"Todo el mundo quiere un selfie allí", asegura un vecino de la cercana localidad de Cabañas de Virtus, que día sí día también comprueba cómo decenas de personas preguntan por la ubicación de esta construcción. Y es cierto: va a empezar a quedarse pequeño el improvisado aparcamiento que siempre ha existido cuando se corona el Escudo desde el lado burgalés, utilizado hasta ahora para tomar alguna panorámica del pantano antes de seguir viaje. Desde hace unos meses, quienes allí estacionan lo hacen con un objetivo: visitar y fotografiar la famosa pirámide. Y eso que no hay (no lo ha habido nunca) cartel alguno que señale su existencia. Así, cruzan la carretera, franquean sin dificultad el vallado que delimita el recinto en el que se levanta el monumento, y ascienden el promontorio en cuya cima se encuentra éste. Lo tienen que hacer, claro, sorteando las bostas del ganado que pace plácidamente en el prado que rodea la extraña y enigmática construcción. Una vez allí, comienza la sesión de fotografía: yo estuve allí y todo eso.
Araceli y José Luis, dos moteros andaluces que están recorriendo España de punta a punta, tenían apuntado en su cuaderno de bitácora detenerse en este lugar. "Supimos hace poco que existía una pirámide y que la querían tirar, y por eso nos hemos acercado. Nos parecía muy curioso y no queríamos marcharnos sin verla", explican. Se han fotografiado en el entorno y les ha llamado la atención el estado deplorable en que se encuentra, aunque son conscientes de que es un asunto que genera controversia por su connotación histórica y política, aunque finalmente no vaya a desaparecer porque la Junta de Castilla y León la declaró hace unos meses Bien de Interés Cultural (BIC).
Quienes no han dudado en acercarse hasta lo alto del Escudo son el matrimonio madrileño compuesto por Aurora y Paco, que están disfrutando de unos días de asueto en el cercano balneario de Corconte. Atraídos por la singularidad del sitio -que han conocido a partir de la polémica que se suscitó sobre su conservación-, han decidido echar un rato de la mañana visitándolo. Y haciéndose fotos con tan curioso fondo, claro. "La verdad es que un sitio peculiar. Está hecho una ruina, pero merece la pena venir hasta aquí". Una familia vizcaína y otra alemana -aunque con orígenes españoles- han coincidido en la mañana del martes (que es cuando se realizó este reportaje) en este paraje agreste en el que todo es silencio.
Llegan atraídos por la singular arquitectura de este monumento funerario
Héctor, Aroa y Pablo son padre, hija y nieto, respectivamente. El abuelo es un emigrante gallego en Alemania desde la década de los 70; allí echó raíces. Su mujer era vizcaína, de ahí que estén por estos lares. Los tres están pasando unos días en Laredo. Y han decidido hacer un picnic junto a la pirámide: ascienden por la senda cargados con sus viandas, felices, dispuestos a pasar un rato estupendo en este peculiar espacio. "Es parte de la historia. Nos llama la atención y por eso hemos querido venir y almorzar aquí. Yo sabía que hace tiempo que se llevaron los restos de los italianos a Zaragoza y a Italia, pero queríamos conocerlo", explica él. Pablo corretea y salta por el entorno, feliz, ajeno a cuanto simboliza esa pirámide en cuya cara más visible se reconoce, perfecta, esa M mayestática que alude a Mussolini, al Duce, al hombre que envió a miles de compatriotas a luchar y a morir en el frente del Norte en el año 1937 para ayudar a Franco en la contienda.
En Cabañas de Virtus o en Cilleruelo de Bezana empieza a ser recurrente que en los bares y tiendas de ambas localidades se pregunte por la pirámide. "Jamás antes había habido tanto interés. Por aquí pasa gente que viene sólo a ver la pirámide. Nada más. Y cada vez viene más y más gente. Es increíble", señala la dependienta de uno de los establecimientos de Cilleruelo.
Polémico BIC. Desde el pasado mes de marzo, este mausoleo está protegido por la Junta de Castilla y León, que lo declaró Bien de Interés Cultural. La administración regional se comprometió entonces a cumplir con la Ley de Memoria Democrática a través de la reinterpretación del monumento, en el que, se aseguró, se haría "referencia al significado" del sitio. Esa referencia que debe aparecer en el monumento, y que debe dar cumplimiento de los valores democráticos, de concordia, de convivencia, de cultura de la paz y de la igualdad de hombres y mujeres, como establece el artículo 2 de la Ley de Memoria Democrática, corresponde ejecutarla al propietario, que es la Asociación Hermandad de la Rivera de Herbosa, integrada por 9 pedanías del Valle de Valdebezana y la localidad de Arija.
La citada Hermandad anunció entonces que acometería ciertas mejoras en el entorno para evitar el vandalismo y el pillaje que, durante décadas, ha padecido el mausoleo. Sin embargo, todo sigue como siempre: el acceso es sencillo y por él se cuelan a diario decenas de curiosos, visitantes y turistas. Se puede entrar sin problema en el interior de la pirámide, que se asemeja a un palomar: el columbario muestra los nichos vacíos pertenecientes a los restos de los 384 combatientes del Corpo di Truppe Volontarie (CTV) que permanecieron inhumados hasta 1975, cuando se repatriaron unos a Italia y otros a la Torre-Osario de San Antonio de Zaragoza, el mayor cementerio de italianos muertos en la contienda española. Apenas quedan trozos rotos de lápidas, mucha suciedad y, todavía visible, la leyenda Presente, presente, presente escrita en su interior. Hay dos accesos al sótano de la pirámide, a la profundidad de la cripta, a la que se accede por herrumbrosas escaleras. En el exterior, muchas losetas están rotas y sus muros pintarrajeados.