El director territorial de Agroseguro en Castilla, José Ignacio García Barasoain, estima en más de ocho millones de euros las indemnizaciones que deberán recibir los viticultores de la Ribera del Duero por los daños que causaron las heladas del 23 y 24 de abril. Durante esas dos jornadas consecutivas el termómetro se desplomó hasta casi menos cinco grados en algunos municipios de la comarca. Como la brotación llevaba un adelanto de más de 15 días, el golpe para las viñas de la inmensa mayoría de la denominación de origen ha resultado letal. La afección varía desde el 20% en algunas parcelas hasta el 100% en otras que han quedado arrasadas. De ahí que García Barasoain calcule que las compensaciones económicas «estarán por encima de ocho millones seguro». En cualquier caso, el director territorial de Agroseguro remarca que esta es sólo la primera previsión y que la cifra de compensaciones económicas puede variar en función de cómo se desarrolle el verano y de si las cepas logran recuperarse.
Para conseguirlo, lo ideal serían temperaturas suaves, sin un calor excesivo, y lluvias. Y, por supuesto, que el granizo no haga de las suyas como en las últimas campañas, ni que tampoco se registren más heladas. Así que toca cruzar los dedos, ya que el periodo de mayor riesgo dura, por lo general, hasta San Isidro. Mientras tanto, los peritos ya llevan una semana volcados en acometer las primeras tasaciones. En la provincia burgalesa, hay unas 10.000 hectáreas solicitadas con siniestro, de las cuales cerca de 9.800 se ubican en la Ribera del Duero, según detalla García Barasoain. En principio, ningún municipio se ha librado de las heladas y entre las zonas más afectadas se incluyen ciertos parajes de Moradillo de Roa y Sotillo de la Ribera.
También en Roa de Duero los daños resultan considerables. Un equipo de Diario de Burgos acompañó ayer al director territorial de Agroseguro y a uno de sus peritos para conocer cómo se fija el límite máximo de pérdida. En una parcela ubicada en dirección hacia Fuentecén, la afección oscila entre el 86% calculado en una de sus partes y el 100% en otra, donde el verde que lucían las hojas ha dado paso al gris de principio a fin. Y eso que el hecho de contar con una cubierta vegetal, labrada unos días antes de la helada, puede mitigar el daño. Pero ni con esas.
Pues bien, cada cinco palos, el perito cuenta dos. Contador en mano, va pulsando cada vez que detecta que hay pulgares helados. Después, como en una poda tradicional, se dejan dos yemas de carga por cada pulgar, multiplica por dos. Así, en uno de los líneos examinados, las 16 yemas contabilizadas estaban heladas, por lo que el daño asciende al 100%. En otro caso, fueron 9 de 11. Después, como indica García Barasoain, «hay que ver cómo evolucionan, ya que pueden brotar las yemas secundarias», también denominadas casqueras (...).
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