Con un corte de pelo de los años 60 y un vestido blanco de tul, la joven músico está concentrada en el violonchelo que toca. Esa imagen, que sirve de portada para un libro de la Sociedad Filarmónica, ha traído por segunda vez a Burgos a la chelista austríaca Heidi Litschauer, que en diciembre cumple 80 años y en la foto no superaba la mayoría de edad. La anterior ocasión fue hace 57 años. Era 1967 y la violonchelista dio un concierto invitada por la Sociedad Filarmónica como integrante de la Orquesta de Cámara de Giessen (Alemania). De aquella actuación queda la reseña de Ángel Juan Quesada en Diario de Burgos y la fotografía que la intérprete utilizaba como promoción: una joven tocando el violonchelo con el pelo a lo garçon y un vaporoso vestido de tirantes. Medio siglo después la fotografía para aquel concierto ha viajado de Burgos a Austria para traer a la chelista de los Alpes de nuevo a la ciudad.
«Todo esto es realmente curioso. De aquel viaje recuerdo la Catedral, pero del concierto en sí muy poco. Hasta que hace unos meses me llegó una carta en la que me hablaban de aquella actuación y de que la foto que me hice con 17 años era la portada de un libro. ¡No me lo podía creer!», rememoró de vuelta en Burgos la músico aún en activo.
Por lo icónico de la imagen y por ser ella una de las músicos que actuaron dentro de su programación, la Sociedad Filarmónica eligió esa foto para ilustrar el libro sobre la historia de la segunda época de la entidad, entre 1956 y 1987, que ha escrito María Jesús Jabato. Una vez editado el libro, a todo el que actúa le entregan un ejemplar, lo que hace que la foto de Heidi esté repartida ya por medio mundo. Fue además así como cayó en manos de la violonchelista Suzana Stefanovic, solista de la Orquesta de RTVE que actuó en otoño con el Trío Ravel. Al verla, quiso saber quién era.
La maquinaria entonces se puso en marcha. Unos músicos hablaron con otros y supieron que Heidi Litschauer, que durante años fue profesora en el Mozarteum de Salzburgo, no solo estaba viva sino que era localizable. La Filarmónica quiso hacerla llegar un libro, pero cuando supieron que iba a visitar España se propusieron entregárselo personalmente.
«Aquí estoy», afirmó con una amplia sonrisa ya en la ciudad, donde hizo una pequeña parada para reencontrarse con su fotografía: «No es fácil que alguien te reconozca después de tantos años; y que tu foto sea la portada de un libro tampoco pasa normalmente. Así que sí, quería venir y saber cómo se cuajó todo esto», añadió.
Qué noche la de aquel año. Por el concierto de 1967 -que se celebró el 5 de abril en el Teatro Avenida- Diario de Burgos dijo de ella que «además de un sonido potente y expresivo, a lo varón (textualmente), goza de una técnica de virtuosa». Haciendo memoria Heidi Litschauer recuerda que con el Wiener Trío del que formaba parte -una agrupación muy conocida en la época- dio un concierto en la ciudad alemana de Geissen. Allí conocieron a la orquesta de cámara de la localidad y la formación le invitó a viajar con ellos como solista.
Del vestido de la foto también se acuerda: «Entonces eran así todos, muy elegantes. Casi no contaba con ropa para el día a día, y en cambio tenía un montón de vestidos para los conciertos. Y como no podía repetir traje en la misma ciudad, me anotaba con cuál había actuado. En Burgos llevé uno negro. Iba más discreta para no destacar porque tocaba con orquesta, pero igualmente elegante», añadió bromeando con que las maletas de una gira no eran excesivamente grandes: «Eran vestidos pomposos, pero se guardaban en poco espacio».
Todos esos recuerdos han regresado con la invitación de la Sociedad Filarmónica para recibir uno de sus libros y, quizá, por qué no, contar con ella de nuevo en concierto. «Tengo la vista un poco mal y si toco, lo hago de memoria. Pero quién sabe», afirmó de nuevo con una sonrisa. Podría hacer a dúo con Alba Hernández Cárcamo, chelista que fue alumna suya que aquí ejerció de intérprete. «En septiembre es posible que regrese a España», dijo Alba, para quien Heidi «es una músico completa y una persona increíble. Se nota que la música es su vida, tiene mucha paciencia y siempre busca cómo ayudar».
Para Litschauer el chelo «lo es todo». «Necesito tocarlo a diario. Ahora estoy grabando en un disco las Suites de Bach -consideradas como una de las mayores obras para violonchelo- y espero acabar antes de cumplir los 80 en diciembre».
De momento la foto de hace sesenta años le ha hecho recuperar los recuerdos de aquellas giras de juventud. Y quién sabe si no le ha despertado la inquietud por recuperar los conciertos.