Desde que comenzó su andadura en 2013, el Festival Tribu no lo ha tenido fácil para asentarse en la ciudad. Cuando preparaban la cuarta edición, en 2016 y con Lacalle como alcalde, decidieron cancelar por el retraso en el cobro de 21.000 euros del Instituto Municipal de Cultura que les impedía, como ahora, acceder a la subvención del año en curso. Entonces el festival se realizaba en el centro y contaba con un retorno de 40 euros por cada uno de dinero público invertido.
Esos 21.000 euros siguen pendientes 8 años después porque el Ayuntamiento delegó en el Plan Estratégico la cuantía, y la sociedad está hoy liquidada. Tribu llevó el tema a los tribunales y lo ganó. El Consistorio ha recurrido y la decisión sobre el pagador continúa en los juzgados. Pero no deja de ser una cantidad que tampoco han recibido, que sumados a los 130.000 actuales y a los intereses, hacen que el Tribu cuente con más de 150.000 euros pendientes de cobro.
La historia, encima, no acaba aquí. En 2021, tras un año en blanco por la pandemia y con De la Rosa como primer edil, estuvieron a punto de abandonar porque por una redacción «poco habitual» del convenio de 2019 tuvieron que devolver 10.000 euros y se quedaron sin cobrar 18.000 euros correspondientes al 30% de la ayuda de ese año, que ascendía a 60.000. Otros 30.000 euros que perdieron.
Pese a todo el festival continúo creciendo -también en ayudas públicas- y las últimas dos ediciones ha contado con un presupuesto de 250.000 euros, de los que 100.000 salen del Consistorio, y ha cambiado el formato a recinto cerrado y de pago: «Sabíamos que antes de consolidar esta nueva etapa teníamos que dar un paso hacia atrás, pero los resultados de mayo nos hacen estar muy contentos. O nos hacían».
Hace 5 meses hubo una docena de conciertos entre La Parrala y el centro y se contó con la participación de músicos burgaleses de 40 agrupaciones para reinterpretar el Cancionero. Por el recinto cerrado pasaron 5.000 espectadores entre los 3 días del festival.