Santiago: unidos por el Camino (II)

Antonio Pérez Henares
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Santiago: unidos por el Camino (II)

La condición y pelaje de los peregrinos ha sido siempre muy variada, trasversal dicen ahora los cursis, de santos a truhanes y de reyes a mendigos. La ruta Xacobea los junta y un algo los iguala porque, aunque siempre haya habido clases, el Camino todos han de hacerlo andando. Al menos eso debieran, aunque algunos apunten que también vale ahora en bici y antes a caballo.

Pero desde luego es bien cierto que el ir a Santiago suma puntos para llegar a Santo. Una buena ristra de quienes lo hicieron acabaron en los altares como Santa Isabel de Portugal y el también santificado rey de Hungría, San Ladislao así como Santa Paulina, San Teobaldo y ya bastante más tarde nada menos que el bueno de San Francisco de Asís, al igual que San Juan de Dios y San Vicente Ferrer.

Reyes ademas de los hispanos, que pocos fueron los que faltaron, hubo también una buena parva entre los que destacan en la época medieval que faltaron, como Luis XI de Francia o Juan de Brienne de Jerusalén y principes como Matilde de Inglaterra o Ingrid de Suecia.

Dos nobles occitanos causaron gran impresión, Alfonso Jordán, así llamado por haber sido bautizado en sus aguas tras nacer en Tierra Santa, conde de Tolosa, nieto de Alfonso VI y primo y muy leal amigo de Alfonso VII el Emperador y príncipe de trovadores que lo hizo por dos veces. También vinieron sus rivales los duques aquitanos y uno protagonizó un hecho que aun hoy se recuerda. Guillermo X de Aquitania el Viernes Santo de 1137 tras haber hecho la ruta compostelana y estar asistiendo a la misa ante el altar mayor cayó fulminado cuando el obispo leía el oficio de la Pasión. El juglar Carcamón que lo acompañaba compuso muy sentidos y apenados versos. El antecesor del fallecido había sido conocido como el Trovador y excomulgado por pervertir a un convento entero de monjas. El finado tuvo como sucesora a la fascinante y peligrosa Leonor de Aquitania y la hija de esta su nieta fue nuestra Leonor de Plantagentet, hermana de Ricardo Corazón de León y esposa de Alfonso VIII, vencedor de Las Navas de Tolosa.

El camino de los francos se fue nutriendo de gentes y las villas a sus costados creciendo. En no pocas ocasiones los peregrinos acababan quedándose y ejerciendo sus oficios y hubo lugares como Castrojeriz donde al compás del Camino se creó la larguísima calle en su momento llena de todo tipo de tiendas y establecimientos diversos para lo viajeros. Tambien fueron apareciendo hospitales para los enfermos y lugares de refugio para los peregrinos creados por monjes, algunos de los cuales devinieron al unirse en su labor con 13 nobles caballeros, que quisieron dedicarse a esa labor de protección y amparo tras perder la ciudad de Cáceres a manos de los almohades en lo que iba a ser la Orden de Santiago, protagonista después en las grandes batallas de la Reconquista junto a la de Calatrava.

Reseñas de unos y otros y de sus experiencias hay muchas y no faltan quejas de las pertinaces lluvias cántabras y galaicas Uno de los mas quejicas fue el florentino Cosme de Medicis. Pero lo que podemos llamar primera gran guía del viaje que a través de 200 copias, una barbaridad para la época, el siglo XII, fue difundida por toda Europa se la debemos al monje francés Aymerit Picaud: el Códice Calixtino. En Compostela se conserva el ejemplar más antiguo y completo, pues el libro no solo tiene ese sino que viene precedido por otras entradas de sermones, himnos, milagros y textos liturgicos asi como piezas musicales y relatos tanto del apóstol como de la ruta. En total son 225 páginas divididas en cinco libros y dos apéndices. Los dos primeros folios los abre el Papa Calixto II con una carta dirigida Diego Gelmirez, arzobispo de Compostela.

El libro que más nos interesa del texto es el quinto, el Iter pro Peregrinis que es en efecto una detallada guía lo largo de 11 capítulos para el peregrino donde se describe el Camino francés en su totalidad, los pueblos y villas por las que transcurre, los santuarios e iglesias que no puede dejar de visitar, y los santos cuyas reliquias guardan, asi como las costumbres de las gentes de los diferentes lugares, los peligros a lo que puede enfrentarse, y al final una descripción de la ciudad de Santiago de Compostela, su catedral y el sepulcro. No se ahorra críticas y hasta duros juicios sobre comportamientos de algunas de las gentes y quedan muy malparados especialmente navarros y vascones, a los que no tiene en ninguna estima y de los que dice textualmente que habitan una región «poblada de bosques, montañosa, desolada de pan, vino y de todo alimento del cuerpo. Son feroces como es feroz, montaraz y bárbara la misma tierra en que habitan. Sus rostros feroces, así como los gruñidos de su bárbara lengua, aterrorizan el corazón de quienes los contemplan». Desde luego no le cayeron nada bien al galo.

El Códice fue noticia y se hizo muy famoso de nuevo ya en este siglo XXI, nada menos que nueve después de haber sido escrito. La razón fue su robo tras todo ese tiempo custodiado en la Catedral, un 7 de julio 2011. Ese fue el día en que los archiveros notaron su falta y las primeras investigaciones pusieron de manifiesto la total falta de seguridad. Hubo de pasar casi un año, hasta el 4 de julio del siguiente, en que apareció envuelto en una bolsa de plástico en un garaje de Milladoiro, un pueblo vecino y propiedad de un electricista, Fernández Castiñeiras, que había trabajado en la Catedral durante 12 años y que no solo había robado el libro sino otros objetos de gran valor que durante años había ido llevándose del templo sin que nadie se diera cuenta. Parece que ahora ya tienen algo mas de cuidado.