Andaba dándole vueltas al tema sobre el que versar estas líneas cuando escuché al aficionado de delante decirle al de su lado la frase que da título a esta columna. Un minuto antes, Gaspar había dibujado una obra de arte tras recoger un balón pegado a la Lateral, conducir hacia dentro y dirigir un derechazo a la escuadra de la meta de Zidane, Luca, cuya estirada hizo aún más hermoso el tanto. Zinedine, su padre, lo tuvo que ver de cine desde su privilegiada posición en uno de los palcos VIP del estadio. 1-0 al borde del descanso. El Burgos mandando en Segunda. Y la grada, loca.
No es casualidad que transcurridas 19 jornadas, y pese a la polémica derrota ante el Eibar, el equipo blanquinegro siga aupado a lo alto de la tabla, con los mismos puntos que el Alavés y a solo uno de Las Palmas; muy cerca del objetivo de los 50 que aseguran otro año más en el fútbol profesional. No es casualidad, tampoco, que Gaspar ya lleve más goles (5) en apenas cuatro meses en Burgos que en dos temporadas y media con el Sporting. «Me vino bien salir porque estaba un poco atascado», confesó en una entrevista en este periódico.
El canterano de Mareo, internacional Sub-21 con el hoy seleccionador absoluto Luis de la Fuente, disfruta ahora de la confianza de Calero y de sus compañeros y del apoyo de la grada y se le nota suelto. Es vertical, tiene buen disparo y anda fino de cara a gol. Si no lo quieren en El Molinón, hay que convencerlo de que este es su sitio para seguir creciendo.
Y hablando de casualidades. O no. Es curioso que el árbitro del domingo obviara las dos jugadas polémicas del partido que bien pudieron variar el resultado. Ni el codazo de Nolaskoain a Bermejo que le dejó con el labio partido, ni el derribo de Rober a Curro en el área en el tiempo añadido. Sigan, dijo el colegiado. Seguid así, Caro, Córdoba, Atienza, Gaspar... y todos los demás. A ver quién y cómo es capaz de bajaros de ahí arriba...